Con siete añitos, le darán su primer cursillo:
un engrudo de verdades
que ha de aceptar sin comprender.
El catecismo no se contenta con el guantazo que le dio al nacer, comunicándole que era un pecador. Cuando esa criatura cumpla sus primeros siete añitos, le darán su primer cursillo intensivo: un engrudo indigesto de verdades que ha de aceptar sin comprender: que Dios es tres y uno, y que uno de los tres bajó a salvarnos y que lo matamos todos porque somos malos, y que se convirtió en pan, y en vino y que el día de su primera comunión va a comer a Dios. Y que no olvide nunca que será juzgado cuando vuelva el Señor. Los malos irán al Infierno. Los buenos al Cielo. Y los medio malos o medio buenos al purgatorio
Y llega su primera comunión. Irá vestido de almirante, o de novia, le regalarán muchas cosas bonitas, y habrá una gran comida. “El día más feliz de su vida.” Lo cual será una solemne mentira. “De ahora en adelante tienes que ser muy bueno”.
En el cursillo lo han preparado para no pecar. Si alguna vez es débil, que se confiese. Se le entrega la lista y variedades de pecados: pecados contra la ley de Dios; pecados contra la ley de la Santa Madre Iglesia; pecados de pensamiento; pecados por acción; pecados por omisión; pecados mortales, pecados veniales, pecados capitales…
El niño no entiende nada de esto, pero se lleva un resquemor y una falsa seriedad ante la vida. La primera comunión la recordará como un teatrillo en el que fue protagonista.
Desde ese día, la vida de ese niño, joven, hombre, cristiano girará sobre el pecado. Algo que le perseguirá, paralizará y le aguará la gran fiesta y la gran aventura de vivir. Salvo que, a la primera de cambio, abandone la eucaristía, el templo, los curas, el confesionario, el alma. Y a esperar qué pasa.
Puede que ese niño elija en el Instituto la clase de religión. Allí le enseñarán la Doctrina y Moral Católica. Es decir quién es el Papa, qué es la Santa Iglesia, cuáles sus mandamientos, qué son los siete sacramentos, y aquello de la infalibilidad, y cómo se convierte la substancia del pan en Cristo quedando los mismos accidentes…etc. Catecismo y más catecismo.
Mientras que los reportajes de National Geographic le mostrarán con frecuencia las maravillas de la naturaleza, el Catecismo y la Moral Cristiana irán oscureciendo el hoy con un valle de lágrimas. Y un horizonte tenebroso para cuando acabe de llorar en esta tierra.
En la Iglesia saben mucho más del pecado que de la “buena nueva”. Si a la vieja cristiandad le quitas el pecado, el confesionario y el infierno se queda en menos de la mitad.
Seguramente nadie le va a explicar con una mínima seriedad y rigor qué es el Evangelio, qué es una comunidad Cristiana, qué es ser cristiano, qué es eucaristía, quién es Jesús y quién es su Padre. Y cuánta belleza lleva en sus manos el ser humano, qué bello puede ser el amar y el convivir.
Luis Alemán Mur