Esta es la aparición de Dios en el mundo. No es la primera Epifanía. Parece como si Dios estaba esperando, desde los principios, a que el ser humano estuviese preparado y quisiera abrirse a la realidad de lo divino. Estas epifanías son solo algunos ejemplos que mantienen la fe de un pueblo creyente:

 

Hubo un hombre llamado Abrahán sentado a la puerta de su tienda porque hacía calor. Alzó la vista y vio a tres hombres de pie de frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro y se prosternó en tierra, diciendo: Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Gen18 2,3

 

Pasado el tiempo, otro hombre llamado Moisés vio una zarza que ardía sin consumirse. Se acercó a ver lo extraño. Pero una voz le dijo: “Moisés no te acerques. Yo soy el Dios de tu Padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”, Moisés se tapó la cara temeroso de mirar a Dios. “Soy el que soy” Ex 3.

 

Finalmente todo lo que Dios puede decir de sí mismo al hombre ya está dicho en Jesús.

 

La única fuente de información eran las Escrituras. La autoridad de la que gozaba el Antiguo Testamento judío, era del género mágico. Las escrituras (Ley-Profetas) eran respetadas idolátricamente. Incluso para nuestros evangelistas el continuo recurso al “según las escrituras” era sencillamente por considerar que si Jesús coincidía con lo escrito es que era el Mesías. Hay pasajes en los evangelios, desde el nacimiento de Jesús hasta su muerte, en los que es difícil distinguir qué responde a la descripción del profeta y qué al hecho histórico. Como nosotros no somos judíos, estamos empeñados en investigar, sobre todo, cómo fue el Jesús de la historia.

No solo los evangelistas. Los israelitas creyentes interpretaban el presente como la realización de lo profetizado. Bastaba acudir a los profetas para rellenar, interpretar o escribir el presente. Un “midrás” es buscar en los Libros Sagrados la explicación o la información del presente. La verdad o el sentido de la historia había que buscarla en los Profetas. Mientras no comprendamos el método literario utilizado por los evangelistas para encajar los hechos actuales con lo profetizado anteriormente, seguiremos haciéndonos un lío con la Biblia.

Nos guste o no nos guste. Lo comprendamos o no, esa es la forma de escribir en tiempos de la Biblia. Y no sólo en Israel. Para leer y comprender un libro de la antigüedad hay que despojarse de nuestros métodos de escribir la realidad y estudiar los métodos de aquella época. Si es que queremos llegar al fondo de lo escrito.

Con los magos de oriente:
¿Dónde está la cuestión? Dios se manifiesta a Israel. Y desde el pueblo de Israel se manifiesta a todos los hombres.

 

Epifanía: “Aparición”. Aquí está la gran pregunta. Aquí está la base de nuestra fe: ¿Dios se ha manifestado a los hombres?
Porque si Dios no ha hablado, si no se ha manifestado, si los Evangelios son sólo literatura, la teología y la creencia cristiana no pasan de ser mas que bisutería filosófica. Jesús es el discurso (Palabra, proyecto) de Dios para todos los pueblos del mundo, representados en los Magos de Oriente: hombres de otras culturas y religiones. Jesús no es solo para la cultura de Occidente. No se limita al Cristianismo. Es correcto afirmar que Jesús transciende el cristianismo. Jesús es patrimonio de la humanidad. Jesús revela lo divino porque alcanza la plenitud de lo humano. Allí donde haya algo humano, allí está Jesús y allí está Dios.

 

Cualquiera que haya vivido la experiencia de la fe habrá experimentado esa inmensa alegría. “Al ver la estrella”. Cuando a los evangelios se va con fe, se descubren vibraciones que sólo con la fe se entienden.

 

Bien nos vendría nos expliquen cómo las iglesias cristianas deben volver a sus orígenes aldeanos y abandonar palacios y fastuosidades de imperios paganos.

 

Para comer el pan en recuerdo de Jesús no hacen falta grandes ritos en grandes edificios. Basta con ver la estrella y seguirla con fe.

 

Luis Alemán Mur