¿Cuándo se transparenta Dios en esa pareja?
¿Cuándo hay sacramento?
Cuando haya vencido el amor.
Un sacramento es una realidad visible, histórica, constatable, humana que al llegar a determinada plenitud transluce el amor de Dios.
Ejemplo. Un hombre y una mujer creen que se aman. Y comienzan a caminar en el amor, forjando la unidad y la verdad. La diversidad entre ellos enriquece su desarrollo y la unidad. Todo lo hace el amor: la unidad en lo social; unidad en lo jurídico, en lo económico; en lo sexual, en la forma de mirar el mundo y la muerte. Cada vez más firme el amor y cada vez más unidad. Ante el dolor y ante el placer. En lo mucho y en lo poco. Una realidad humana así es como un milagro, un signo de que Dios está ahí presente: un sacramento.
Para el creyente, una realidad sacramental es una realidad humana, que como todo lo humano necesita un hacerse, y que al llegar a un mínimo de plenitud trasparenta y produce entre nosotros, la presencia de Dios.
Pero esa realidad no es producto de una fórmula mágica, ni de un voluntarismo contractual. Es un proceso arriesgado. Es una bella aventura entre el hombre y la mujer. ¿Cuándo empieza a transparentarse Dios en esa pareja? ¿Cuándo hay sacramento? No es difícil responder: cuando haya vencido el amor. Ellos y la comunidad de creyentes anunciarán ese momento. Entonces se reunirán todos y comerán juntos para festejar el milagro que se ha ido tejiendo.
– Y mientras tanto ¿esa pareja vivía en el pecado?
-¡Cuando se fraguaba el amor! ¡Vaya Vd. a paseo hombre, váyase a paseo!
El matrimonio no es un sacramento para que te acuestes con tu pareja sin pecar. ¡Estaría bien que para que un hombre y una mujer se acuesten juntos, tengan que pasar antes por un sacramento! El sexo es algo serio entre los humanos. Sin ninguna duda. Mucho más que entre los animales. Pero no se puede jugar con él ni por la derecha ni por la izquierda.
Dios no fabrica sacramentos, sino que se hace presente, para quienes tienen ojos de fe, en el proceso y en la plenitud de una realidad humana conseguida.
El matrimonio no se “hace” en el altar. Se va fraguando en un previo día a día, y se llena de sentido en medio de la comunidad creyente. La realidad humana es previa, y condición, para lo sacramental.
La Jerarquía se ha metido en camisa de once varas y en cama ajena. No fabrica matrimonios. Sólo la comunidad de seguidores de Jesús, reconoce y recibe en su seno a aquellas parejas que consiguieron superar el miedo, los egoísmos, el desconocimiento mutuo, y han puesto ya las primeras piedras sólidas para el bello edificio de la unidad por el amor.
Lo sobrenatural sólo “revienta” como flor madura cuando lo natural existe. No es un acto jurídico. Es una celebración de fe. Lo jurídico pertenece a la sociedad civil.
El pan y el vino no se hacen en la mesa. Ya vienen hechos. Es decir, vamos como hermanos a comer, y al repartirnos y compartir el pan y el vino (símbolos de cualquier comida y de la vida), se hace presente Jesús en medio de nosotros y en nosotros. Y a partir de ese milagro de fraternidad, el mundo aprendería y sanamente nos envidiaría. “Mirad cómo se aman”
Primero, perdona tú. Tu perdón remueve la piedra que impide el resurgir de Dios en ti y en los demás. El sacramento del perdón no es un rito. Es un proceso del corazón que termina trasparentando a Dios en medio de la comunidad fraterna.
En un momento dado, un hombre decide libremente no tener más señor que al Señor Jesús. Rompe toda cadena y queda libre en el Señor. Eso es bautismo. Sin embargo, seguimos llamando bautismo a un rito que usamos sin entenderlo muy bien porque pertenece al ritual de pueblos antiguos. Y a través de esos retales de antiguos ritos judíos, que ya no significan nada ni entendemos, hacemos o nos hacen cristianos cuando aún ni somos personas, porque no maduró en nosotros la realidad humana.
No. No coincide esto con los sacramentos repartidos por los curas. Siento que no coincida. Quizá estemos hablando de cosas distintas.
¿Que para aplicar esto, hay que cambiar el catecismo? Pues que se cambie. ¿Que hay que remodelar la dogmática? Pues que la remodelen.
Luis Alemán Mur