Te da vértigo la pregunta, ¿verdad? Si respondes afirmativamente, el vértigo no desaparece. Y si lo niegas, te quedas en el aire.
Puede que esto ayude a clarificar la afirmación “Jesús es Dios”.
El sujeto es “Jesús”. El predicado, “Dios”. Y el verbo, “es”. El problema está en el verbo “es“. El sujeto y el predicado se unen por medio del verbo. Vale.
Pero el sujeto “Hombre” (Jesús) ¿se une al predicado Dios por identidad? No. Hombre no puede ser igual a Dios, nunca. Ni Dios puede ser igual a Hombre, nunca. Eso sería negar a Dios, o negar al hombre.
Entonces, ¿no se puede decir que Jesús es Dios?
Se puede decir. Pero no por la identidad de Dios y hombre, sino por la unión. Por vía de identidad, no. Por vía de unión, sí: unidad singular de realidades diferentes, sin separación ni mezclas.
Se realiza tal unidad entre Dios y aquel hombre (¡misteriosa unidad!) que lo que él piensa es lo que piensa Dios; lo que él dice es lo que dice el Padre; ama como y cuanto ama el Padre; y sus preferencias son las del Padre. Y, así, quien lo ve a Él, está viendo lo que se puede “ver” del Padre.
Jesús es el camino hacia Dios. Jesús es la verdad sobre Dios. Jesús es la vida de Dios.