Esto pensamos: que Dios Padre no te ha creado para ser cristiano, que Dios Padre no te creó para que le sirvas, que Dios Padre no te ha creado para que le rindas culto. Dios te ha creado, por encima de todo, para que consigas ser hombre.

El miedo que brota de tus entrañas, la esclavitud social, la esclavitud mental, la esclavitud económica, la esclavitud religiosa, la esclavitud política son degradantes y paralizantes para el desarrollo del Hombre.

No se consigue el Hombre sin la libertad. No os dejéis arrebatar la libertad.

Cualquier teología cristiana, cualquier catecismo cristiano ha de ser como una marcha desde el miedo a la confianza, desde la esclavitud a la plenitud de la libertad.

Hay un montón de gente sabia, creyente, pero con miedo. Un miedo que no exime, pero explica cobardías.

Ese miedo, a veces, es laboral: no dicen en público lo que piensan porque se quedarían sin comer o perderían su posición social.

Pero otras veces, las más dolorosas, por una esclavitud interna. Es decir, no solo tienen miedo a los obispos. Tienen miedo a Dios. Se tienen miedo a sí mismo. Nunca respiraron la libertad. (¡Tener miedo a Dios! ¿Dónde está la “santidad” de ese santo temor a Dios?) Hace muchos años que murieron como personas. Prefieren una fe sin riesgos. ¡Como si eso fuese posible!

Quien tenga miedo a lo nuevo, no cree en Dios. No cree en el Espíritu que lo renueva todo. Ni en el Cristo de ayer, de hoy y de siempre.

Luis Alemán Mur