Dando la vuelta al enfoque habitual del ecumenismo, el Papa Francisco invitó a pensar no tanto en lo que los católicos pueden dar a las demás Iglesias sino a «reconocer con alegría y humildad los dones que Dios concede a otros cristianos».

Propuso, en definitiva, no empeñarse en dar lecciones sino en aprender, siguiendo las directrices elaboradas «por las Iglesias y comunidades del Canadá para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos», según el mandato conjunto recibido del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y el Consejo Ecuménico de las Iglesias. La Semana concluirá el próximo 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo.

El Papa subrayó que «el grupo canadiense no ha invitado a las comunidades a pensar en lo que podrían dar al resto de los cristianos, sino que ha invitado a reunirse para descubrir lo que todos pueden recibir de vez en cuando de los demás».

Comentando una carta de San Pablo en la que reprende a los corintios por sus divisiones, «Yo soy de Apolo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo», el Papa hizo notar que Pablo reprende también al último grupo ya que «usaban el nombre de Cristo para separarse de los demás en la comunidad cristiana».

Al margen del discurso preparado para la audiencia general, el Papa añadió con fuerza que «las divisiones son un escándalo». Más adelante, durante el breve resumen de su catequesis para los peregrinos de lengua española, invitó a todos a que «llenos de gozo por el don de la filiación divina recibido en el bautismo, sepamos reconocer con alegría y humildad los dones que Dios concede a otros cristianos».

El Papa acudirá el sábado por la tarde a la basílica de San Pablo Extramuros para concluir, con un encuentro ecuménico, esta Semana de Oración pro la Unidad de los Cristianos.