Imágenes impactantes las de dos aviones incrustándose en las Torres Gemelas. Después comprendí que aquello era una guerra de Dioses. Alá contra Yahvé. Algo así como una revancha de Alá por los muchos golpes recibidos de Yahvé. Alá surgía de las tumbas medievales para defender la fe atravesando el corazón impío de judíos y cristianos.

Considero muy grave, me inspira miedo que en el siglo XXI resurjan las guerras de dioses. A estas alturas, las guerras sólo se organizan por el control de las fuentes de energía, para defender fronteras o por visionarios engreídos. El último que pretendió salvar al occidente cristiano de los ateos comunistas y de los judeos-masones, metió a Dios en un baño de sangre.

Pensaba yo que, al menos las guerras, se habían secularizado. Produce pánico y asombro que los seres humanos continúen matándose. Pero es monstruoso que alguno o ambos cuarteles de mando alisten a Dios en sus filas.

Hay que licenciar a Dios de cualquier guerra. Deseo – para ayudar a Dios y salvar al hombre- que la tierra se secularice. Deseo que respetemos el silencio de Dios, que no manoseemos su nombre.

Desacralizar los templos para sacralizar el único templo de Dios: el hombre. Desacralizar la historia, para devolver el protagonismo y su responsabilidad al hombre. Desacralizar las Escrituras para buscar la única palabra de Dios: Jesús. Desacralizar el poder para dejar a Dios ser solo Dios.

Dios no se ha empadronado en ningún municipio, ni en La Meca, ni en Jerusalén, ni en Roma… tres lugares sagrados que tienen como piedra angular un libro santo. Fincas dedicadas a la divinidad, convertidas en nido de fanatismos, condenas, crueldades y soberbias. Pienso que sería, ya, hora de secularizar la tierra, clausurar todos los centros de peregrinación y sacralizar sólo al hermano con hambre, con desnudez, con lágrimas: ese es el “lugar santo” en el que Dios habita.

Habrá que revisarlo todo. Escribir un nuevo diccionario. Qué es Dios; quién es Yahvé; quién es Alá. Qué es tener fe. Qué es incredulidad. ¿Y el hombre, el ser humano, qué papel juega en estas guerras de dioses?

Si eres honesto contigo mismo. Si eres persona, y no integrante de un rebaño. Y si además sospechas o crees en un Ser superior y supremo, yo me atrevo a sugerirte que permanezcas en silencio sin hacer caso del tiempo y del espacio. No utilices palabras. Toda palabra está contaminada. Yahvé, Dios,
Alá forman parte de un diccionario corrompido, inútil para identificar ese ser supremo y superior de cuya existencia sospechas o en quien crees. Se que el hombre necesita conceptos y por tanto palabras. Pero, por una vez, intenta borrar palabras y conceptos y quedarte, como en blanco, aceptando la presencia oculta del Alguien.

Es posible que el silencio sea el mejor idioma, el último recurso para hablar con ese Alguien.

Luis Alemán Mur