Religión Digital

“Involución, ineficacia y mediocridad”

“Deja una Iglesia totalmente polarizada hacia un bando político”

“Veinte años después” es el título de una obra que Alejandro Dumas (mulato él) escribió como continuación a la de “Los tres mosqueteros” que yo leí cuando todavía era un imberbe. En ella aparecía el Cardenal Mazarino pero aquí vamos a hablar de otro cardenal que es arzobispo de Madrid desde 1994.

Los 20 años de gobierno del cardenal Rouco bien podrían resumirse con tres palabras: involución, ineficacia y mediocridad. Son una especie de Trinidad lingüística que representa lo que es en estos momentos la Iglesia española. Una Iglesia seca de vocaciones, envejecida y liderada, a veces de forma despótica, por unos obispos mediocres y que concentran más poder del que debieran. Claro que hay obispos mejores y peores pero, frecuentemente, el conjunto es tan bueno como lo es el peor de sus elementos.

Si el lector de este artículo saliera ahora mismo a la calle y preguntara a cualquier persona a qué partido político apoya la Iglesia ¿cuál creen que sería la contestación?. A eso se le llama opinión pública. Es decir, quien más y quien menos, sabe que en España ha existido y continúa existiendo una Iglesia totalmente polarizada hacia un bando político. Y ello por obra y gracia del su eminencia gallega.

Debe estar muy enfadado el Cardenal porque el presidente Rajoy, gallego también, no quiere recibirlo. Pero es que el cardenal debe tener la memoria frágil y no debe acordarse de cuando desde el gobierno le insistían en que hiciera algo para parar las soflamas incendiarias de su querido Federico Jiménez Losantos, quien acuñó para el presidente el famoso termino de “maricomplejines”.De todas formas, el granero del PP no está en el conservadurismo católico sino en el centro liberal. Y eso Mariano lo sabe.

La actual situación de la iglesia española explica, en parte, el por qué de que en medio de la mayor crisis económica que ha atravesado el país, la institución no saliera reforzada y con un liderazgo social y político claro, a pesar de su inmensa labor caritativa. Claro que eso de la caridad en la cabeza del cardenal funcionaba más como moneda de cambio que como amor a los más pobres y por eso amenazaba que si a la Iglesia se le obligaba a pagar el IBI, esto iría en detrimento de la labor caritativa.

Por lo demás, nuestro cardenal también ha tenido su particular magdalena, su sobrina Magdalena Rouco, muy dada ella a mostrar las maravillas del creador en su tierno cuerpo juvenil. Claro que para maravilla, la de su sobrino, aupado por obra y gracia de su eminencia al obispado de Lugo. Creo que el Papa abre su diccionario y en la entrada “nepotismo” aparece una foto de Rouco en dos dimensiones.

La última cruzada del Cardenal ha sido la educación. Pero quien más y quien menos sabe que la actual situación va a durar poco. Solo es cuestión de tiempo que una sociedad democrática y plural se plantee la modificación de los acuerdos con la Santa Sede hasta ahora vigentes y que obedecen a otro contexto histórico y cultural.

Entre tanto vemos la labor de adaptación de algunos obispos y la terquedad de otros. Ya tenemos nuevo portavoz de la Conferencia Episcopal. Dice el nuevo portavoz en La Razón que en la Iglesia española no hay ruptura sino relevo generacional. Me hace hasta gracia. No cabe duda que le ha tocado un puesto difícil, pues controlar los dislates de algunos prelados francotiradores en la arena pública es un toro difícil de torear.

La única incógnita por despejar es quién ocupará el lugar, que no el vacío, dejado por el cardenal. El otro día un teólogo muy de universidad él me dijo que el futuro sabe a horchata. Pero al preguntarle por las probabilidades (que yo soy muy de estadística) me dejó con la incertidumbre. Yo, puestos a elegir entre la horchata valenciana y el vino avinagrado de Rouco, prefiero al Cardenal Mendoza, que se vende caro pero deja mejor sabor de boca.

Juan Pablo Somiedo