El papa Francisco alude con cierta frecuencia al demonio: Debemos siempre vigilar contra el engaño del demonio”, acaba de decir
el Papa en Casa Santa Marta. No todos los mantras religiosos del papa tienen porqué ser verdades divinas. Lo cual no quiere decir que exista. ¡Anda que tuviéramos que creer en todo lo que han creído los papas!

Personalmente no creo en el demonio. Lo cual no quiere decir que no exista. A mí me estorba el demonio, incluso para creer en Dios. A Dios es difícil, muy difícil entenderlo. Pero si encima, lo enfrentamos al demonio, me borro de toda teología del siglo XXI.

Yo no sé si el papa “cree” en el demonio, o lo utiliza como símbolo tradicional de todo mal, de todo desastre. Lo que sí sospecho es que el demonio nunca lo explicará el mal. Al papa Francisco lo acosan desde muchos frentes. Quieren derribarlo los príncipes de la Curia, los que viven engolfados en místicas riquezas y en místicas golferías, y caen en la cuenta de que le van a desaparecer todos sus privilegios. Quieren derribarlo los puritanos de ideas, engolfados como están en la pomposidad de sus ortodoxias teológicas. Quieren derribarlo los que no admiten utopías y sueños que no sean los suyos. En España, por ejemplo tenemos ejemplares para todos los apartados.

En cuanto a las ideas y creencias, el papa Francisco se agarra a lo tradicional. No quiere inventar más verdades, ni doctrinas. Para él lo importante es la vida de los humanos. Se agarra al demonio como se agarra a toda la tradición. Y si el Sr. Demonio forma parte de la tradición como realidad o como símbolo, pues: Debemos siempre vigilar contra el engaño del demonio”.

¡Claro que hay muchas razones para aceptar la realidad del demonio! Al menos tantas como las que hay para rechazar esta antigualla.

Yo no creo en el demonio. Es más, el día que me lo quité de encima, además de quedarme tranquilo, empecé a ver la realidad Dios, la realidad Hombre y mi realidad con más claridad. Comprendo mejor al hombre, sin demonio; y mucho mejor a Dios sin ese dichoso ángel caído, que no ha hecho más que estorbar el catecismo católico.

¡Ojalá Dios ilumine al papa Francisco para que no se acuerde más del demonio! Si ya con el hombre y sus mentiras hay suficiente para explicar la sangre, la pobreza, el hambre y la amargura en la Tierra.

Pudiera ser que en el Vaticano no baste con el hombre y los monseñores, y haga falta descubrir un demonio para explicar tanta mentira. Hasta pudiera ser que el Vaticano haya sido concebido por un demonio extra teológico. Pero como yo no vivo en el Vaticano, no creo en el Demonio. Me basta con creer en Dios Padre, en Jesús el resucitado, y en el Espíritu que lo invade todo. Amén.

 
 

Luis Alemán Mur