Se va, por fin, Martínez Camino. Fue la cara dura, apologética y doctrinaria de la Iglesia española durante la última década. El brazo ejecutor del cardenal Rouco Varela. Y deja pocos amigos. No se hizo querer por casi nadie, excepto por los que medraron a su sombra. Consciente de ello, antes de irse, se ha lanzado a una campaña de lavado de imagen. Dentro y fuera de los circuitos eclesiásticos. Pero está tan “gafado” que en vez de lavar su imagen pública sólo consigue ensuciarla más. Y lo que es peor, de rebote perjudica y mancha la imagen de la Iglesia y del propio Papa.

El viernes estuvo en la Cadena Ser, entrevistado durante casi una hora por Pepa Bueno (que, como entrevistadora, hizo honor a su apellido). De entrada, Camino intentó agradar, pero le puede siempre su fondo de apologeta orgulloso. Fiel a sí mismo, se pasó toda la entrevista exagerando lo que le convenía, matizando y tratando de precisar tanto las preguntas que desautorizaba a la entrevistadora…Un desastre.

Se recrea en la jugada sólo cuando le interesa y es maestro en salirse por la tangente sin responder a las preguntas. Un estilo viejo, rancio, a la defensiva siempre y queriendo justificar lo injustificable. Sin reconocer ni el más mínimo error. Su máximo pecado, según dijo, fue haber sido demasiado exigente con los demás…

Camino transmite la imagen de una Iglesia sabelotodo, que sólo sabe regañar y aleccionar, que mira por encima del hombro, que sonríe condescendiente, que tiene respuestas (viejas y sabidas) para todo, que no tiene entrañas de misericordia, alejada de la realidad, sin la cercanía, bondad y sencillez del Papa Francisco.

Ante el estilo sencillo, directo, sano y confiado de comunicar del Papa, el de Camino suena a otra época, a vieja guardia anquilosada y dispuesta a no cambiar. La época de cuando la Iglesia de Roucos e sentía una fortaleza asediada.

Pepa Bueno, sumamente educada y nada beligerante, tuvo que aguantar largas peroratas que no venía a cuento, salidas por la tangente, justificaciones sin fin e intentos, absurdos por desesperados, de querer convertir lo blanco en negro.

Por ejemplo:

-Ahora resulta que es y siempre ha sido “amigo” del Papa, que, en 2006, cuando vino a dar ejercicios espirituales a los obispos, se quedó a dormir una noche en el precioso ático que Camino tiene frente al Retiro. Cuando todo el mundo sabe que nunca fue de su cuerda y que su papable, como el de Rouco, era el cardenal Scola.

-Ahora resulta que la primavera de Francisco no lo tiene descolocado…

-No va con él ni se siente interpelado por el hecho de que el Papa haya cambiado las insistencias de la doctrina al Evangelio, cuando, durante 10 años, su única cantinela fue la moral sexual.

-Ahora resulta que los obispos se manifestaron no contra el matrimonio gay, sino contra la desaparición legal del matrimonio

-Ahora resulta que le parece lógico que el Papa les pida a los obispos que tengan flexibilidad y cintura…

-Ahora resulta que hay que traducir e interpretar al Papa, cuando dice “nunca he sido de derechas”.

-Ahora resulta que su sucesora como secretaria general de la CEE podría ser una mujer, cuando sabe perfectamente que eso sólo es posible en teoría y que, por lo tanto, su afirmación se convierte en un auténtico brindis al sol, que, además, no refleja en absoluto la situación real de la mujer en la Iglesia española.

Y así sucesivamente.

 
 

Al final de la entrevista la centralita de la Ser se colapsó con
mensajes y llamadas de oyentes indignados que retrataban con maestría la intervención de Camino:

-“Pregunta lo que quieras, que responderé lo que me dé la gana”

-¿Cómo se atreve a desautorizar el matrimonio igualitario?

-¿Cómo se atreve a traducir e interpretar al Papa?

-Menos mal que con él se va toda una época de la Iglesia española.

Ese mismo día, todas las televisiones y casi todos los medios le pusieron a caldo, con grandes titulares, en los que no sólo él sale malparado, sino también la institución y el propio Francisco.

Y es que, para adornarse en la jugada del rechazo al matrimonio homosexual no se le ocurrió otra cosa que citar esta frase que, al parecer, pronunció el entonces cardenal Bergoglio, en el año 2006: “El matrimonio homosexual es una acción de Satanás”. Y ése fue el titular en muchos medios. Martínez Camino: “El Papa tachó el matrimonio homosexual de una acción de Satanás”.

¿Se puede citar una frase de 2006 del cardenal Bergoglio para justificarse? ¿Por qué no citó lo que el ya Papa dijo a su vuelta de Río: “¿Quién soy yo para juzgar la conciencia de un homosexual”? ¿Por qué la de 2006 tendría más valor que la de 2013? ¿Es oportuna esa cita en estos momentos? ¿Beneficia al Papa?

José Manuel Vidal