Ese es el hecho histórico. El crucificado tiene nombre de ciudadano de raza judía. Y muere por crear un conflicto entre judíos. O mejor dicho, un conflicto entre los dirigentes de la religión judía asentados en el Templo y él, el de Nazaret: un profeta que pretendía echar abajo un sistema religioso y su Templo, como echó por tierra las mesas de los cambistas. Los romanos como potencia ocupante, se lavaron las manos considerando que aquello era un conflicto entre judíos.

La realidad teológica de aquella historia, la vieron los discípulos al comprobar que el muerto había resucitado. Dios estaba del lado de Jesús. Jesús había estado del lado de Dios. Hasta el punto de que Dios lo había levantado de la tumba para hacerlo Hijo suyo. Ejemplo y Camino para todo el que quiera alcanzar la plenitud humana.

Decir que “El Cristianismo es la única religión del mundo cuyo Dios muerees una teatralidad de catecismo infantil que paganiza al cristianismo. Aquí, las expresiones devotas no sólo no ayudan sino que deforman el contenido de nuestra fe. Y este proceder devoto ocurre con la Cristología, con la Eucaristía, con lo Sacramental, con la Inspiración de los libros sagrados, con la Eclesiología, con el Papado. La devoción, la ignorancia, y el meterse donde no nos llaman nos ha llevado a elaborar unas creencias y unas formas de hablar que hoy día resultan, cuanto menos, indigestas.

Obispos y cardenales mediocres en estudios, predicadores audaces, teólogos de seminarios diocesanos, fervorosos opusdeistas, kikos y sectas emergentes están levantando trincheras tridentinas con mucha devoción para suplir horas de estudio.

Año 1622 Jacques Bossue, gran predicador francés en sus sermones cuaresmales, ante la Corte francesa, mirando al crucificado:

“Es algo nunca oído que un Dios persiga a un Dios, que un Dios abandone a un Dios”.

“El alma bendita de nuestro salvador tiembla de miedo ante la ira de Dios”

Año 1670, el jesuita Bourdaloue con los ojos puestos en el mismo crucificado lo ve:

“Vestido con la lepra del pecado, la justicia divina le mira como un objeto digno de todo castigo, con lo cual levanta sus manos contra él y espada en mano le persigue.”

Año 1870, desde la misma catedral de París, el dominico, Jacques Monsabré, intenta ablandar el corazón de Dios para que perdone a su Hijo:

-“Perdónale, Señor, perdónale, es tu Hijo”.

-“No, no. Es pecado, debe ser castigado”.

Este tipo de piedad teatral alimenta un nido de errores sobre Jesús, sobre Dios, sobre el cristianismo. Pero estos predicadores no son los culpables. Es la teología viciada que corre por las venas del cristianismo.

¿Se puede decir que Jesús es Dios? ¿Se puede afirmar que Dios murió? Sólo puedo intentar una respuesta de urgencia. Lo haré con afirmaciones de auténticos sabios de nuestra fe.
Jesús es Dios.

O. Gonzalez de Cardenal

“Pocas fórmulas hay tan equivocas y tan equivocables como ésta. Pronunciada literalmente puede ser una expresión perfectamente ortodoxa y, a veces, obligada, por ser la única con la que no se niega aspectos reales del Evangelio

“Jesús comporta unas realidades, unos condicionamientos, una historia, una vida y una muerte, ligadas todas ellas a su finitud e historicidad que no pueden ser referidas, sin más, a Dios”.

Cuando decimos que Pedro es hombre, se identifica Pedro (sujeto) con la identidad de hombre (predicado).

Si decimos Cristo es Dios, de ninguna forma se afirma la identidad del hombre Jesús y la identidad de Dios. De un Hombre nunca se podría decir que es la misma identidad de Dios. Ni que Dios es Hombre.

Pero sí se puede afirmar, sin mentir ni exagerar, que entre un hombre y Dios se ha dado, ha ocurrido tal unión que quien conoce lo que piensa Jesús ve lo que piensa el Padre, lo que ama Jesús es lo que ama el Padre. Y esta unión entre Jesús y Dios es de tal naturaleza que está fuera de nuestro ámbito de conocimiento. Por eso es cuestión de fe

Quien muere en la cruz es aquel Jesús de Nazaret que hizo lo que Dios quería. Pensó como su Dios. Amó como Dios. Quien lo mató quería eliminar la forma de pensar y de amar de Dios.