Hace cinco o seis años asistí a una misa de un monje que estudia, al que sigue una nutrida comunidad de fieles. Era día de Corpus. Yo estaba sentado junto a un amigo devoto y muy buena persona. La homilía disertó sobre las ocultas profundidades de la expresión Pan de Vida. Al final de la misa, me quedé en el banco, esperando a que mi amigo despertara de su recogimiento. Pasados algún minuto, desenfundó su rostro de las manos con las que se cubría, y exclamó transido: “El Pan de Vida”. ¡Qué profundo!

No supe de qué profundidades hablaba. Parto del convencimiento de que Jesús, el de Nazaret no hubiera entendido la mitad del evangelio de Juan. Yo acuso a los estudiosos eclesiásticos de haber dedicado mucho más tiempo a estudiar al Cristo místico que al Jesús de Nazaret: es decir, más tiempo al Verbo que bajó que al Jesús que subió. Los teólogos escolásticos de los Concilios dominaron mucho más la filosofía griega que la geografía y sociología de Palestina en tiempos de Jesús.

La referencia fundamental que hay detrás de eso del Pan de vida está en el desierto (Ex 16): Un pueblo harto de utopías, hambriento y sublevado contra su profeta dirigente, y que añora una pasada esclavitud con pan. Y fue entonces cuando según el Éxodo cayó del cielo un maná. En el fondo nadie sabe qué cayó, y si fue del cielo. El hecho es que el pueblo hizo a Yhwh protagonista del suministro. La Biblia es Historia Sagrada.

Jesús nació en un pueblo harto de Templo y de Ley, con hambre real y con la esperanza casi agostada en un nuevo Rey o Profeta que les llevara a una sociedad más justa, con más pan y con más futuro. Jesús no cae del cielo, ni es hijo de David, es hijo de José y Maria gente de pueblo. Y anda movilizando a las aldeas para que rompan con su situación actual, olvide sus sueños de grandezas y abran su mente a una forma de reinado nueva. La forma de pensar y actuar que Él propone, actuará como al pan que cayó del cielo. Un nuevo pan para una nueva vida.

Aquí no hay misticismos de conventos ni ocultas profundidades teológicas. Al dirigirse a judíos israelitas ultra ortodoxos, Jesús hace continuas citas del Antiguo Testamento. Quizá Juan el evangelista, o la comunidad ilustrada fundada bajo su patrocinio se quiso adentrar en reflexiones de tintes gnósticas dando doble sentido a cualquier palabra, Pero Jesús el hijo de José y María a los que todos conocen, el género literario que domina es el de las parábolas.

Luis Alemán Mur