Salmo XXXIII,
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias.
Gustad y ved qué bueno es el Señor
No es un salmo para monasterios y clérigos. Es un salmo de calle. No te escondas en un rincón para saber y experimentar qué bueno es el Señor. No vinculemos la experiencia de Dios a la soledad de los conventos. Fue un fallo el misticismo vinculado a la huida de la sociedad para gustar cuánto de bueno es el Señor. El Dios de los montes fue el Dios del Antiguo Testamento. Nuestro señor Jesús trajo a su Padre a las calles de Galilea, Samaría y Judea.
Luis Alemán Mur