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30 nov. 2º domingo adviento. Mc 1,1-8

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.”» Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»

Comienza el Evangelio de Jesús, Hijo de Dios. Así comienza el evangelio más antiguo. Escrito según parece en Antioquía. No más tarde del año 50 d.C. Así comienza la buena nueva. La buena noticia es Jesús, el hijo de Dios en contraste del mesías esperado, un hijo de David.

“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.”». Este es nuestro quehacer: arreglar el camino del Señor. Lo único nuestro es allanar el camino. Que nadie se crea el Señor ni intente suplir al Señor. La única diferencia entre nosotros reside entre aquellos que entorpecen el paso y los que allanan el paso. Puede que no sea fácil la preparación de los caminos. Mírese al Vaticano ¡cuántas veces se pusieron obstáculos a la venida del Señor!

Está escrito en el profeta Isaías: “Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino”. Parece que ningún evangelista ni el mismo Jesús proclaman una ruptura con el pasado. Jesús es heredero de un pasado que asume. Quiere reconstruir la Historia, no quemarla. Son los profetas con su sed de honestidad, y denuncia de la realidad la esperanza en Iahvé, el eslabón que engrana el Antiguo y el Nuevo Testamento. No queramos quemar la Iglesia sino renovarla. Bautizarla con Espíritu, fuente de vida.

Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. Lo advertía el Bautista: el agua no era suficiente. Hacía falta el Espíritu de Jesús. El mecanicismo administrativo del rito no es suficiente para comunicar la vida de hijos de Dios.

Ojalá la Iglesia tenga el valor para abandonar viejas estructuras. Ojalá venga Él a bautizarnos con Espíritu Santo.

Luis Alemán Mur