Frase evangélica: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas»

  1. Los tres evangelios sinópticos concluyen el relato del ministerio público de Jesús con un discurso escatológico sobre el fin del mundo, a propósito de una profecía sobre la destrucción de Jerusalén y su templo. Jesús y sus discípulos observan admirados el templo. Lucas no vincula la ruina del templo con el fin del mundo y la aparición del Hijo del hombre. Jesús predice la ruina del templo a quienes se extasían en su belleza y magnificencia. Habrá un nuevo templo del Espíritu, que es Cristo resucitado.
  2. Ante la llegada de ciertas catástrofes, Lucas previene a los cristianos frente a determinadas ideas apocalípticas auspiciadas por auténticos impostores: los que suplantan al Mesías y dicen endiosadamente: «yo soy» (afirmación propia de Dios), o los que pregonan que «el momento está cerca» y provocan fiebres pasajeras (no son capaces de discernir los signos de los tiempos, porque no tienen Espíritu ni juicio crítico). Evidentemente, en el mundo se producen constantemente terremotos, epidemias, guerras y hambrunas; pero todas estas cosas no son signos de la llegada del Mesías, sino hechos históricos que manifiestan las fisuras del sistema social. El viejo mundo se deteriora y se destruye sin la justicia del reino.
  3. Los cristianos situados en el mundo son perseguidos, difamados o marginados, porque creen en el Evangelio, que trastoca todos los valores, descartan los pseudovalores y esperan el reinado de Dios en plenitud manifestando una actitud crítica frente a los sistemas imperantes. Lo profundamente nuevo del reino rebasa nuestras fuerzas y capacidades. El evangelio de hoy invita a los creyentes a «dar testimonio», a hacer suya la «palabra y sabiduría» de Jesús y a tener confianza en Dios y constancia en el trabajo y la misión.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Cómo desciframos las catástrofes? ¿Tenemos esperanza?

¿Damos crédito a las promesas de Dios para los últimos tiempos?