Frase evangélica: «Guardaos de toda clase de codicia»

1. Según este pasaje de Lucas, Jesús expresa su pensamiento respecto de las riquezas mediante un diálogo y una parábola. La ocasión para el diálogo la proporciona una disputa a propósito de una herencia, la cual, según determinados ordenamientos jurídicos de la antigüedad, correspondía en su integridad al primogénito varón. El hermano menor no está conforme con esa legislación y se dirige a Jesús, que por su autoridad moral es considerado doctor de la ley y, por consiguiente, juez. Jesús, tras responder que ése no es su oficio, va al fondo de la cuestión e imparte una profunda enseñanza: «guardaos de toda clase de codicia». El que acude a Jesús es, probablemente, un codicioso apegado al dinero.

2. La parábola, por su parte, muestra que el rico -como las vírgenes necias, como los fariseos que juzgan por las apariencias o como los judíos que no saben discernir los signos de los tiempos- es especialmente insensato y que sus cálculos están equivocados: creía que la riqueza habría de darle seguridad y confianza; piensa y actúa como un pagano.

3. La vida del hombre no se reduce a lo que posee, porque va más allá de la comida y los vestidos. En suma, el cristiano no se preocupa por las riquezas como el pagano. Sabe que su vida implica un tensión constante entre dos concepciones del mundo. De ahí la sentencia final: «El que amasa riquezas para sí no es rico para Dios». Delante de Dios, es rico quien se desprende de lo que tiene en favor de los necesitados. La preocupación del cristiano se centra en el reino de Dios, no en las riquezas.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Nos preocupa acumular dinero?

¿Confiamos básicamente en lo acumulado?

¿Litigamos con los hermanos por causa del dinero?