El peso de la culpa y la casta clerical podrida

El problema de los abusos y de su encubrimiento en la Iglesia es sistémico

Fue la cabeza de la Iglesia gala durante décadas. Respetado por sus pares y querido por sus fieles, el cardenal Jean-Pierre Ricard escondía un crimen, un pecado y un secreto que no quiere llevarse a la tumba. Y a sus 78 años confiesa públicamente haber abusado de una niña de 14 hace tres décadas. El peso de la culpa y el remordimiento no le dejaban vivir.

“Hace 35 años, cuando era párroco, me comporté de forma reprobable con una niña de 14 años. Mi comportamiento necesariamente causó consecuencias graves y duraderas para esta persona. Se lo expliqué y le pedí perdón, y renuevo mi petición de perdón aquí, así como a toda su familia. Es por estas acciones que he decidido tomar un tiempo de retiro y oración. Por último, pido perdón a aquellos a los que he hecho daño, y que vivirán esta noticia como una verdadera prueba”.

La confesión de Ricard es loable y demuestra que, a pesar de haber sido un abusador, aún le queda una pizca de conciencia. Y es un abusador arrepentido. Pero la petición de perdón llega tan tarde…¿Por qué aguantó tanto tiempo? Quizás porque el problema de los abusos y de su encubrimiento era, en la Iglesia, hasta la llegada del Papa Francisco, un sistema. Y monseñor Ricard, primero como clérigo y después como arzobispo de Burdeos y presidente del episcopado francés durante seis largos años, formaba parte de él.

Un sistema de abusos y encubrimiento total, en el que los propios verdugos asumían sus crímenes como simples pecados (que se confiesan y vuelta a empezar), que, mientras sean intraeclesiales, quedan en el fuero interno. Y si asoman a la esfera pública, se cambia al verdugo de parroquia o se manda a Latinoamérica.

Un sistema generalizado. No se trata de las manzanas podridas del clero. Porque se confirma que el clero estaba podrido en gran parte, como demuestra el hecho de que sólo en Francia estén siendo investigados por abusos en esos momentos nada menos que 11 obispos. Si tantos obispos son supuestos abusadores, ¿cómo iban a recriminar o castigar a sus curas abusadores?

Hay que tener en cuenta que los obispos, según la teología clásica, son los únicos que tienen la plenitud del sacerdocio. Y, además, reúnen bajo su mitra y concentran los poderes legislativo, judicial y ejecutivo. Son, por lo tanto, juez y parte.

¿Solo hubo en Francia obispos abusadores? ¿Sólo fue un sistema generalizado en el país vecino?

¿Y si éste era el sistema en la laica Francia, donde por cultura y por ley, los controles sobre la Iglesia son mayores, qué no pudo haber pasado en países, como España, Portugal o Italia, donde el trono y el altar estuvieron matrimoniados durante tantos años? Francia, lógicamente, no puede ser una isla en el conjunto de la Iglesia católica.

El caso francés parece confirmar que persiste en el seno de la Iglesia una casta clerical podrida, que está intentando entorpecer y torpedear las reformas del Papa Francisco. Más aún, está deseando que se muera, para que su pontificado sea sólo un recuerdo y un paréntesis (tormenta de verano, lo llaman) en la primacía del modelo clerical reaccionario que postulan. De lo contrario, perderían todos sus privilegios y eso es algo a lo que los carreristas clericales no quieren renunciar por nada del mundo.

En lo que al cardenal Ricard se refiere, lo lógico es pensar que el Papa Francisco le suspenda sus derechos y privilegios cardenalicios, como ya hiciera con el también cardenal abusador escocés, Patrick O’Brien. Más aún, el cardenal francés debería dimitir (o, en su caso, pedirle la renuncia) a su puesto como miembro del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el dicasterio que juzga los casos de abusos del clero que se producen en todo el mundo.

Algunos teólogos en Francia están lanzando la tesis de que este caso puede ser no sólo la gota que colma el vaso, sino también el momento de inflexión, el punto de no retorno en el tratamiento de la plaga de los abusos. ¿Será posible mientras en la cúpula eclesiástica de cada país siga instalada la casta clerical que sólo busca perpetuar su estatus? Lo dudo.