Salmo XVI

R/. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor

Señor, escucha mi apelación, 
atiende a mis clamores, 
presta oído a mi súplica, 
que en mis labios no hay engaño. R/. 

Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, 
y no vacilaron mis pasos. 
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; 
inclina el oído y escucha mis palabras. R/.

Guárdame como a las niñas de tus ojos, 
a la sombra de tus alas escóndeme. 
Yo con mi apelación vengo a tu presencia, 
y al despertar me saciaré de tu semblante. R/.

 

Señor, presta oído a mi súplica inclina el oído y escucha mis palabras.

Guárdame como a las niñas de tus ojos,  a la sombra de tus alas escóndeme.

Según los salmos, Israel oraba para dar gracias, para alabar a su Dios y para refugiarse en la bondad de su Dios. ¡Bella guía para nosotros!

Alabar a Dios en medio de tanta confusión; Dar gracias a pesar de tantas dudas; Y en medio de las guerras, las hambres y de los miedos pedir confiadamente que nos cobije bajo sus alas. 

 

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (2,16–3,5):

Hermanos:

Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y nos ha regalado un consuelo eterno y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones y os dé fuerza para toda clase de palabras y obras buenas. Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada, como lo fue entre vosotros, y para que nos veamos libres de la gente perversa y malvada, porque la fe no es de todos.

El Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del Maligno.

En cuanto a vosotros, estamos seguros en el Señor de que ya cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que os hemos mandado.

Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y la paciencia en Cristo.

Palabra de Dios

Luis Alemán