Domingo 30º del Tiempo Ordinario – Ciclo C

Lucas 18,9-14:

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
“Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás.

Es muy probable que esta parábola sea una elaboración de Lucas para resaltar un dicho de Jesús recogido en el documento Q tan cercano a los días de Jesús.

Es imprescindible conocer la sociedad en la que nace, vive y muere Jesús el histórico si es que pretendemos conocer al Jesús de nuestra fe y su mensaje. Tan glorioso, tan resucitado, tan Hijo de Dios, tan segunda persona de la Trinidad que nosotros mismos los cristianos lo fuimos convirtiendo en un extraterrestre. Y su doctrina tan divina que se hacía imposible al menos a los sencillos.

Jesús el de Galilea creció y se hizo en medio de problemas equivalentes a los nuestros: la marginación, ideologías opresoras, nacionalismos, cultos alienantes etc. Las reacciones de Jesús no se las dieron prefabricadas desde el cielo. Las aprendió en las calles y caminos. Sus maestros fueron los leprosos, la mujer siro fenicia, los publicanos, los fariseos. Quien no conozca la Palestina de tiempos de Jesús, difícilmente entenderá a Jesús.

“Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.

“Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

“Justificado”: como justo a los ojos de Dios. No por ser cumplidor de la ley, puedes considerarte “justificado” ante los ojos de Dios. Para un judío la justificación venia de cumplir la ley. Y este cumplimiento cuanto más exacto, capacitaba para despreciar a los demás.

Esta parábola no trata de la soberbia sino del error fundamental del sistema religioso, combatido por Jesús. Este es el gravísimo problema del judaísmo. Creen que el cumplimiento de los mandamientos de su religión suple a Dios. No necesita de nada. Cumple toda la ley. Su religión es cumplir los mandamientos de Dios, interpretados por los teólogos y representes de Dios. Ni necesita nada de Dios, ni tiene hambre y sed de justicia. Se siente feliz. ¡Terrible enfermedad la suya! La enfermedad de los santos cumplidores.

El reino de Dios que traía Jesús era un mundo nuevo. Lo cristiano trajo una era nueva a la sociedad humana. “Vale” más un pecador humilde que no desprecia a nadie

que los santones se estiman santos por cumplidores de todos las legislaciones. “Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

Es hora de preguntarse si seguimos siendo judíos o seguidores de Jesús.

¿Quién es Dios para nosotros: un ser al que adoramos o un Ser que nos trasforma? Aunque todo sea poco a poco.

Luis Alemán Mur