Salmo XCIV

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».

V/. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

V/. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.

V/. Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras». R/.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»

No siempre es dureza de corazón. ¡Es que la vida es muy dura!

«No endurezcáis el corazón como en Meribá, Como el día de Masa en el desierto;

Como el día de la “riña” (“meribá”) de los israelitas con Moisés, en el desierto, exigiéndole agua para beber. Y tentaron al SEÑOR, diciendo: “¿Está el SEÑOR entre nosotros o no?”

¡Cuántas veces nos quéjanos como los israelitas: “¿Está el SEÑOR entre nosotros o no?

“Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón”, se reza hoy en el salmo. “El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe”, dice un profeta en una lectura de hoy.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,6-8.13-14):

Querido hermano:
Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza. Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.

Palabra de Dios

Luis Alemán Mur