Domingo 27º del Tiempo Ordinario – Ciclo C


Lucas 17,5-10:

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera
:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

Palabra del Señor

Este evangelio que hoy leemos, fue escrito a finales del siglo I, era ya la tercera generación de cristianos. Este Lucas manejó el documento Q, el evangelio de Marcos v. 11,23 y el documento llamado pretensiosamente: evangelio de santo. Tomás, Todos buenos archivos de cuanto había dicho Jesús. Los ejemplos o pequeñas parábolas los añade Lucas de propia cosecha

«Auméntanos la fe».

La higuera (la morera) esplendorosa de hojas, pero sin fruto es un buen símbolo de Israel. Jesús les dice que bastaría un grano de fe para tirar al mar la falsa y engañosa religiosidad del Templo y su tinglado. Sólo un poco de fe es necesario para tirar al mar la frondosidad de nuestro Vaticano con sus ropajes, inciensos y riqueza. ¡Solo un poco de Fe!

Después de analizar el texto descubrimos que esta bella invocación, en boca de los acompañantes de Jesús, era más egoísta e interesada que piadosa. Está dicha al comprobar el poder taumatúrgico del maestro ante la higuera seca

Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: somos unos pobres siervos.

No tenemos ningún motivo para la soberbia. La fe tiene mucho que ver con la humildad. Algo así como el continuo reconocimiento del papel que nos toca en el Universo físico, en el Universo de lo humano, y en la Historia.

Todo radica en que la fe es resultado del soplo de Dios. Es Dios mismo el que ilumina el interior del hombre. Pero habrá que tener la ventana abierta. No sólo el entendimiento y la voluntad, hace falta poesía para dejar entrar a Dios. Por muy pequeños que seamos, tenemos el poder de cerrar puertas y ventanas.

Una auténtica fe en el Padre cambiaría nuestra vida.

Quizás abunda más en la fe de los cristianos de hoy una intencionalidad milagrera.

Luis Alemán Mur