1. Así como algunas religiones privilegian el ayuno para entrar en contacto con la divinidad, el gesto cristiano fundamental es una comida compartida en memoria de Jesús. La comida fraterna es acto de comunidad que simboliza la solidaridad del ser humano con el mundo, con los hermanos y con Dios. El pan y el vino eucarísticos son, a su vez, símbolos del cuerpo y de la sangre, de la naturaleza y de la historia, de la cultura y del culto, de la dispersión y de la unidad, del trabajo y de la fiesta, de lo masculino y de lo femenino, del hambre y de la sed de los pobres.

2. Lo que hoy llamamos «misa» o «eucaristía» se denominó originariamente «cena del Señor» (1 Cor 11,20) y «fracción del pan» (Hch 2,42). Ambas expresiones suponen una reunión con comida fraterna y rito eucarístico, siempre en relación con las comidas comunitarias del Jesús histórico (con los pobres, pecadores y discípulos), en función del mandato dado por Jesús en la última cena y en conexión con la comidas pascuales de Cristo resucitado. Las comidas de Jesús con los pobres en las multiplicaciones de los panes (relatadas seis veces) tuvieron un signo liberador; la última cena tiene un relieve especial: se celebra la liberación adquirida, al tiempo que se abre la perspectiva de una futura salvación liberadora. A los gestos tradicionales judíos de bendecir y partir el pan y bendecir la copa, Jesús añade un nuevo contenido: el pan es su cuerpo entregado a la muerte, y el vino es su sangre derramada como nueva alianza.

3. En la eucaristía todos los comensales comen del mismo pan eucarístico y beben de la misa copa sagrada. Comen y beben en una misma comunión, expresando una koinonía. Participan del pan y el vino de la fratemidad/filiación. El signo de unión se deriva de la función unitiva que poseen el pan bendecido partido y la copa sagrada derramada para la salvación de todos. Naturalmente, la relación con la creación no queda abolida, como no quedan aniquilados el pan y el vino, sino que esa relación del ser humano con el cosmos queda trascendida en un plano que, al mismo tiempo, es de esta historia y de la venidera. El pan y la copa dan el fruto de la acción pascual de Cristo: la muerte al pecado y la resurrección a la vida. Y dan este fruto como anticipación. La eucaristía no sólo es anuncio de la muerte de Cristo hasta que él vuelva, sino antelación de esta vuelta y anticipación del convite de alegría de los pobres en los nuevos cielos y la nueva tierra.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Relacionamos la eucaristía hoy con el compartir los bienes?

¿Son banquetes cristianos nuestras celebraciones?