Salmo VIII

R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Cuando contemplo el cielo,
obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? R.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.
Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. R.

 

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado

Contemplar el cielo origina humildad y puede que fe.

¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?

Quizá el Amor te engañó.

Le diste el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies

¡Darnos el mando sobre las obras de tus manos! ¡Someternos todo a nuestros caprichos!

¡Tremenda responsabilidad la del hombre en los adelantos y en las desgracias!

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-5:

Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Palabra de Dios

Luis Alemán Mur