Salmo CIII

R/. Envía tu Espíritu, Señor, 
y repuebla la faz de la tierra

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R/.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu espíritu, y los creas, 
y repueblas la faz de la tierra. R/.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras;
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.

Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra

El Espíritu de Dios es Dios que como un rocio de madrugada empapa la tierra y la siembra de su vida.

Es la hora de pedir a Dios que nos envíe su Espíritu.

Hay momentos sin vida, de gran aburrimiento

Es la hora de pedir a Dios que nos envíe su Espíritu.

Señor ¡que caiga sobre mí algo y me empape de tu vida!

Segunda lectura

De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,3b-7.12-13):

HERMANOS: Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo. Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.
Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Palabra de Dios

Luis Alemán Mur