Domingo 5º de Pascua – Ciclo C

Juan 13,31-33a.34-35:

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»

Palabra de Señor

 

 

“Cuando salió Judas del cenáculo”.

Se pone en marcha la acción de los hombres. Judas representa a una sociedad que rechaza a Jesús. Las ideas de Jesús no convencen. No son rentables. Jesús no interesa. Llevaba tiempo junto a Jesús, pero no le había convencido. Puede que amara al Maestro, pero no lo había comprendido. Entre el Maestro y el orden establecido, eligió lo seguro.

 

“Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él”. “Pronto lo glorificará”

Es admirable la fe en su Padre. Ahora es cuando se va a manifestar cómo actúa Dios. Quisieron ver las credenciales divinas en los milagros, pero Dios esperaba en Jerusalén. Ahora se va a saber quién es Jesús. Ahora se va a saber cómo es y cómo actúa Dios. Ha llegado la hora de que Dios muestre sus cartas. Y no habrá más carta que Jesús.

 

“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros”

Amar a Dios sobre todas las cosas era tan antiguo como Moisés. Era el primer mandamiento. La base de la Ley. Pero “amar a Dios” era un mandamiento etéreo. Como toda teología.

 

“Como yo os he amado, amaos también entre vosotros”

Si algo claro queda de Jesús, es su amor por encima de pobrezas, y mezquindades. La novedad del reino del Padre es amar como Jesús.
Esta es la finalidad de la presencia de Jesús el de Nazaret. El lenguaje antiguo, utilizado hoy todavía, es que Jesús vino para morir por nosotros pecadores, para salvarnos del infierno, para ofrecerse al Padre como víctima y pagar por nuestras culpas.

Pero la misión de Jesús fue la de enseñarnos amar. En el proceso de la evolución, llega un momento en el que el hombre se atasca y no puede conseguir la plenitud de ser humano e hijo del Padre. El único medio para parecerse al Padre es amar como Jesús. Jesús “vino” para enseñar qué es plenitud humana, para enseñarnos a conseguir ser hijos del Padre.

 

La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»

¡Esa es la señal! ¡Esa es la herencia que deja a los suyos! Ese es el ADN de los cristianos.

La mesa es el signo de la fraternidad. Es la fábrica de la plenitud humana.

¿Lo es?

 

Luis Alemán Mur