Domingo 4º de Pascua – Ciclo C

Juan 10,27-30:

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor

“Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco a ellas”

El pensamiento bíblico está necesitando una transposición urgente, limpia y valiente para que pueda ser atractivo y comprendido por las nuevas sociedades que invaden nuestras calles. Hoy las gentes tienen otro lenguaje distinto al lenguaje de los tiempos de Jesús. La oveja y el pastor sugieren ideas muy distintas a las que sugerían en tiempos de Jesús. Pero el hombre sigue siendo el mismo con los mismos problemas. Ser fiel a la “palabra de Jesús” no es traducir palabra por palabra. Es traducir el pensamiento de Jesús a cada hombre, cada cultura, cada época.

Israel se pasó toda su historia queriendo saber qué pensaba Iahvé de él. Nosotros seguimos con la misma pregunta: ¿qué pensará Dios de nosotros? ¿Dios me conoce a mí? El evangelista Juan responde con la belleza campesina de su época: “yo las conozco a ellas”

“Yo les doy la vida eterna”.

La Fe, que tienen se la doy yo. La Esperanza que tienen se la doy yo. El Amor que tienen se lo doy yo. Esa vida que tienen es ya vida eterna. No la vida que tendrán. La vida que
tienen. Vida eterna es la que se vive ya, si es vida que proviene de Jesús.

“No perecerán para siempre”.

Su corazón les podrá fallar. La llama de su vela podrá agotarse. Podrán romperse, pero no perecerán para siempre. La vida que yo les doy, es vida para siempre.

“Y nadie las arrebatará de mi mano”.

Hay que eliminar todo miedo. El miedo no procede de Dios. El miedo lo producimos nosotros. Nuestra pequeñez, nuestra fragilidad son la causa de nuestros miedos.

“El Padre y yo somos uno”.

De esta frase quisieron concluir que Jesús era de naturaleza divina. Pero esta unidad entre el Padre y Jesús no parece que hable de esas tesis trinitarias. Es casi más bello decir que las ideas de Dios son las de Jesús. Y que las ideas de Jesús son las ideas de Dios. Aquí no se habla de ninguna Trinidad. Se habla de una misión. Jesús se siente el mensajero del Padre. Su reino es el reino del Padre. Su forma de pensar procede del Padre. Debe su vida y su pensamiento al Padre.

Todo cristiano está llamado a ser como Jesús. Quien vea a un creyente debería aprender cómo era Jesús. La fe se recibe dentro de la comunidad (el rebaño) dada por el Padre a Jesús.

Luis Alemán Mur