Frase evangélica: «Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido»

1. A la luz de la Biblia, el pecado es ruptura con Dios, con el hermano necesitado y con  uno mismo. Pecar equivale a romper la alianza, traicionar la caridad y alejarse de la  comunión con los hermanos. Para Jesús, peca quien no vive la alianza o las exigencias del  reino de Dios. En última instancia, pecado es lo contrario del amor. Es un mal, una relación  negativa con Dios (oposición al reino) y con el hermano (corrupción de la persona). El  pecado anida en la raíz del comportamiento, en el núcleo central de la persona, en lo que la  Biblia llama «corazón».

2. Lucas manifiesta en sus «parábolas de la misericordia» que el pecado tiene una  naturaleza religiosa, aparte de una dimensión moral. No es mera falta contra la propia  conciencia o contra la ley. Es deuda en relación a las exigencias de Dios, Padre de todos.  Es infidelidad o injusticia, rechazo de Dios que es amor, ruptura de solidaridad fraternal y  autodestrucción personal. Por eso, el centro de la parábola es Dios. Debiera titularse  «parábola del padre misericordioso». También podría llamarse «parábola del hermano  endurecido», que se tiene por justo cuando está lleno de envidia, de rencor y de muerte.

3. P/CRISIS: El pecado del mundo reside en la hostilidad a Dios: mentira en lugar de  verdad, homicidio en lugar de vida; tinieblas en lugar de luz. En la sociedad actual se está  produciendo un desplazamiento del pecado, más que una pérdida de su sentido, a causa  de la evolución de las costumbres, la secularización de la sociedad, la importancia que hoy  se da a las estructuras sociales, la difusión de los datos psicológicos, la influencia de los  medios de comunicación, que todo lo relativizan, y el descrédito de ciertas prácticas  religiosas rituales. Vivimos en una sociedad permisiva. Pero, al mismo tiempo, esta  situación contribuye a rechazar un falso concepto de pecado e incluso a redescubrirlo con  un nuevo sentido, a partir de una perspectiva personalista y social, bautismal y eclesial.  Con frecuencia hemos situado el pecado en una esfera legalista o moral (no religiosa), en  un plano individual (no comunitario), en un contexto sexual (no social), bajo una moral de  actos negativos (no de actitudes positivas).

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Nos reconocemos pecadores delante de Dios?

¿Por qué motivos deseamos reconciliarnos?