Lucha en el episcopado de los EEUU


El Economist de esta semana, una revista financiera con gran tirada, dedica una gran página al cambio que se está dando en la jerarquía eclesial de los Estados Unidos. Es curioso que en un mundo secularizado las noticias religiosas tengan tanta relevancia, me pregunto el motivo pero desconozco la respuesta.  Estamos sumidos en este momento en distintas clases de luchas: la bélica en Ucrania, la política en el PP español y por lo que dice el artículo, el liderazgo en los obispos americanos

            Creo que es conocido, que los nombramientos al episcopado de los anteriores papas a Francisco, Juan Pablo II y Benedicto XVI, recayó en sacerdotes con un perfil muy conservador que no encajan con el talante franciscano de Bergoglio. Habla el artículo de que un tercio de los 260 obispos que conforman la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos no disimulan su animadversión al pontífice. Entre ellos, el cardenal Raymond Burke que fue arzobispo de Louisville y clama contra el apoyo del Papa a los derechos civiles de los homosexuales, su visión ligth de que los divorciados puedan acercarse a comulgar y la defensa del presidente Biden, a quién Burke, por no oponerse frontalmente al aborto, quiere excomulgar. Otro gran opositor al papa es el obispo Joseph Strickland, un negacionista de las vacunas y un conspirador a favor de Trump que defiende, la peregrina idea, de que no se puede ser en los Estados Unidos, demócrata y católico a la vez. Otros obispos están detrás de la cadena ETWN, con donativos y entrevistas, cuando pone todos los medios, que puede y tiene, para criticar al papa

            ¿Está cambiando el panorama? De momento los nuevos nombramientos episcopales tienen un corte radicalmente distinto a los anteriores y la revista pone como ejemplo a Shelton Fabre, el obispo de color de Nueva Orleans desde el 2007, que atribuye su conversión a la actitud caritativa que recibió de la Iglesia ante catástrofes familiares. “La Iglesia estaba ahí para nosotros, nos apoyaba y nos daba consuelo”. Esta actitud eclesial de cercanía al fiel es la que escogió como lema cuando le nombraron pastor “Consolar al pueblo” y es lo que ha intentado hacer desde entonces, estar cercano, apoyar a las comunidades y aportarles el consuelo de Cristo

            Su camino al episcopado no fue el habitual, de despacho en despacho. Fue capellán de una de las cárceles más numerosas y violentas de los Estados Unidos, el Louisiana State Penitentiary, en donde su prioridad supuso dar esperanza a los presos. No aspiraba al episcopado ya que estaba muy contento siendo sacerdote, pero su perfil encaja con los nuevos nombramientos de los trece arzobispos, hasta ahora, que ha hecho el Papa. Curiosamente los católicos más progresistas critican su dirección por ser menos antagonista que la anterior y que no se muestren más liberales en la moral sexual o en los matrimonios de personas del mismo sexo. Pero lo que les distingue es que tienden a ser menos obsesivos en estas cuestiones y se abren a otros problemas que tienen los fieles

            Son pastores que quieren responder a las necesidades de las personas confiadas a su cuidado y se muestran interesados en paliar las desigualdades, los daños que se están infringiendo al planeta, la pobreza de los más desfavorecidos y la salud, tanto como el aborto. Consideran que hay otras cosas en la vida aparte del sexo. A Fabre, como es natural, se le conoce por su trabajo en combatir el racismo que ha sufrido en su propia carne, muy numeroso en su diócesis, más que por su oposición al matrimonio homosexual

            En lenguaje electoral, la campaña de Francisco al elegir a los obispos es “encontrarse con los votantes donde estén”. El problema está en saber cuántos años le quedan al pontífice al frente de la nave, en cuanto que la proporción entre los obispos previos a su pontificado y los nombrados por él, irá cambiando.