Frase evangélica: «Haced lo que Él os diga»

1. El evangelista Juan elige el popular episodio humano de una boda para describir el primer signo de Jesús. Precisamente, la mejor imagen del reino de Dios es la del banquete de bodas, donde la comida es exquisita, abundante y gratuita. La boda de Caná es signo de las bodas de sangre de Cristo, el verdadero Esposo. Es decir, Jesucristo, que posee la plenitud del espíritu amoroso de Dios, es el Esposo de todo amor. Siempre está con el pueblo, con su madre, con sus amigos, con sus parientes, con sus discípulos… Es el invitado principal, aunque no lo reconozcamos. Dicho de otro modo: Dios se revela en Cristo desde la vida misma, a través de los acontecimientos humanos, especialmente cuando el amor está de por medio. Hay que estar con amor en las bodas de la vida.

2. Cuando menos lo esperamos, hacen su aparición el fracaso, la escasez, la negación. La penuria de vino es síntoma de fragilidad y menesterosidad, pero también ocasión de ayuda mutua en la necesidad, de solidaridad en la desgracia. La apelación esperanzada a Dios, a Jesucristo, es una muestra de fe. María, la creyente, pone en práctica la palabra de Dios y nos invita a hacer lo mismo. Las acciones humanas, necesarias para que en la vida haya amor, son fecundas cuando la palabra de Cristo les da sentido. Frente a una vida seca y triste, el evangelio nos convoca a una vida nueva con el vino alegre y comunitario de la fe. Se trata de hacer todos juntos lo que quiere el Señor.

3. A toda persona le llega su hora, sus instantes decisivos. También a Cristo le llega su hora, que es la de la entrega sin condiciones: hora de sufrimiento y de gloria, hora de efusión del Espíritu. La vida humana se ilumina cristianamente desde la hora del Señor. Nuestras horas son anticipaciones y preparaciones de la hora de los pueblos, de la hora del reino de Dios. La hora definitiva es paso a un mundo transfigurado, inauguración de tiempos nuevos, llegada de los bienes mesiánicos. Es banquete de bodas comunitario de todos los pueblos con el Señor.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

Nos damos cuenta de la penuria en que vive nuestro pueblo?

¿Somos sensibles a la palabra del Señor?