Amigos

Sin amigos, ni hay Navidad ni ha nacido en nosotros lo humano. Es triste la navidad sin turrón o sin pan, pero es más triste sin un amigo cerca. Tristes conventos llenos de hermanos y hermanas pero sin amigos; con santos, pero sin amigos, con laudes y maitines y villancicos, pero sin amigos.

 

Pobres.

No siente Vd. a un pobre en su mesa. Primero, el pobre se sentirá molesto en tu mesa. La presencia de un pobre rompe un ambiente, contribuye a una mentira. Y el pobre -que es el importante- no se sentirá bien. Segundo, no es fácil buscar hoy a un pobre. Se ha comprobado que lo mendigos rumanos o búlgaros que invaden las calles de una ciudad como Madrid no son más que las terminales de unas redes que trafican con la pobreza desde sus propias naciones. La “empresa” los distribuye en sus puestos a donde los llevan en furgonetas. Pobres al servicio de unos cuantos. Tercero, búsquese Vd. su pobre; háblele con frecuencia; ayúdele lo más posible, sin alharacas ni teatrillos; involúcrese en su hipoteca, en sus alquileres; y en Navidad aumente su caridad.

 

Silencio

Que no sea todo villancicos y cavas. Aquello que celebramos fue todo en silencio. El silencio alimenta más que el turrón y el langostino. Y no engorda.

 

 

Luis Alemán Mur