El fantasma de la apostasía general recorre Europa. Hay un eclipse de Dios en el espacio público 

Aparecen señales de que los católicos empiezan a despertar en Europa después de un largo y profundo sueño. Y también en España. La presentación de NEOS, un movimiento cultural, impulsado por el democristiano Jaime Mayor Oreja, la semana pasada en Madrid, con una acogida multitudinaria y que se dispone a recorrer las principales capitales españolas, es una clara señal de que la reacción, tímidamente, ha comenzado. El surgimiento de fuerzas políticas en toda Europa, también en España, que pretenden recuperar o conservar la tradición católica frente a la invasora cultura dominante, no es más que una expresión, a veces estridente y desproporcionada, de ese propósito.

El panorama que se encuentran los católicos es desolador. Casi no queda nada del espíritu de los «padres» que impulsaron la integración europea tras la desoladora guerra. La tradición judeo-cristiana que sirvió de base a la unión ha sido sustituida por la ideología de género, el nuevo totalitarismo, y por un materialismo de nuevo cuño. Las creencias religiosas son despreciadas, ridiculizadas o, en el mejor de los casos, reducidas al ámbito privado sin ninguna proyección social. El fantasma de la apostasía general recorre Europa. Hay un eclipse de Dios en el espacio público. La libertad religiosa, considerada la primera de las libertades, pilar fundamental de un mundo en paz, es desdibujada por el laicismo. La dimensión religiosa se considera, en fin, un obstáculo para el modelo de sociedad «progresista» que se pretende.

Como indica el documento base de NEOS sobre libertades, «los cambios sociales y culturales experimentados en la sociedad europea en las últimas décadas y, de manera particular, la profunda secularización, plantean desafíos formidables a la libertad religiosa. En Europa secularización es descristianización (…) Esta nueva realidad conduce a una mutación de la persona con consecuencias que afectan a todos los ámbitos de la existencia humana». Empezando por la familia, cada vez más desestructurada. Se produce así el contrasentido de que la tradición cristiana, cuyos valores sirvieron de fundamento a la unidad nacional de España y a las democracias liberales europeas tras la segunda guerra mundial, está ahora bajo sospecha y se pretende expulsarla del espacio público, o ,al menos, arrinconarla. En España el arrinconamiento del fenómeno religioso católico está siendo cada vez más manifiesto en los últimos años con el actual Gobierno de izquierdas. Todas las «leyes de género» –aborto, eutanasia…– chocan con el pensamiento católico. Y la nueva ley de Educación pretende expulsar de hecho la cultura religiosa de las aulas. Sucede esto cuando el cristianismo se ha convertido hoy en la religión más perseguida en el mundo. Urge reaccionar.