El celibato es un martirio para algunos sacerdotes

Sostiene la teóloga francesaAnne Soupa: “Por una aventura con una mujer, un arzobispo dimite en tres días. Y por los delitos cometidos contra los niños, ningún obispo ha dimitido en Francia”


Anne Soupa, teóloga

 

“Por una aventura con una mujer, un arzobispo dimite en tres días. Y por los delitos cometidos contra los niños, ningún obispo ha dimitido en Francia”. La teóloga Anne Soupa, que hace un año se postuló para suceder al cardenal Barbarin al frente de la diócesis de Lyon, criticó abiertamente la doble moral en la Iglesia francesa tras el escándalo por una “relación ambigua” entre el arzobispo de París, Michel Aupetit, y una mujer.

El de Aupetit, que ha puesto su cargo a disposición del Papa tras la publicación de un ‘affaire’ que él niega rotundamente (aunque admite un “comportamiento ambiguo”) es, para la teóloga, una prueba más de la necesidad de un cambio profundo en la estructura de la Iglesia, comenzando por el temor al sexo en la institución. “El celibato es un martirio para algunos sacerdotes”, señaló Soupa en una entrevista con France Inter.

“Espero que la Iglesia se ponga las gafas adecuadas y se dé cuenta de que se está privando de muchos talentos al exigir este celibato”, clamó la teóloga, quien recordó que “las encuestas muestran que los católicos están a favor del celibato opcional para los sacerdotes“.

Una desproporción molesta

Pero, fundamentalmente, el ‘caso Aupetit’ pone de manifiesto “una desproporción que me molesta mucho”. “Por un problema disciplinario de una aventura con una mujer, un arzobispo dimite en tres días. Y por los delitos cometidos contra los niños, ningún obispo ha dimitido en Francia”, denunció Anne Soupa, en la línea de las asociaciones de víctimas, que han exigido la dimisión colectiva del episcopado francés tras las pavorosas conclusiones del ‘informe Sauvé’, que destapaba alrededor de 330.000 casos de abuso en las últimas ocho décadas.

Bloqueo a los cambios

“Es indispensable un ‘aggiornamento’ en la Iglesia, se necesita sangre nueva”, propone la teóloga, que admite que el Papa Francisco “tiene dificultades” para modificar la norma celibataria. “Hay una corriente muy rígida de cardenales y obispos apegados a cuestiones de moral y que bloquean los desarrollos sobre este tema”.

Por su parte, monseñor Aupetit justificó su petición de renuncia a “evitar la división” en la Iglesia. En declaraciones a La Croix, el prelado aseguró que “no se trataba de una relación amorosa”, ni “sexual”, sino de “un comportamiento ambiguo con una persona que estaba muy presente con él”, y añadió que “habló con su jerarquía al respecto en su momento”. Ahora, como ya sucediera (por razones distintas) en los casos de los cardenales Barbarin y Marx, la última palabra está en manos del Papa.