Pregunta: Oiga, dígame. Después de leer los artículos que ha escrito, me pregunto ¿Usted es católico?

Respuesta: He nacido en una familia católica, ahí arranca mi catolicismo. Soy católico por herencia. Pero además, soy católico por elección personal y continua. Me siento a gusto perteneciendo a la familia católica.

Soy católico. Católico con mi libertad. No he vendido mi libertad a nadie, ni la aparco para ser católico. He ido creciendo como persona y como creyente en la medida que iba creciendo mi libertad. Asumo la responsabilidad de mis decisiones. Ya no trago dogmas como píldoras. Dedico mi vida a estudiar mi fe. Católico que acepta la historia compleja de lo cristiano. Intento profundizar y comprender, con la ayuda de especialistas, el sentido de las escrituras: es decir los reflejos del Dios, supremo Ser en la historia de los hombres. Católico convencido de que sin oración en silencio es difícil vivir la presencia de la otra dimensión, actuante de Dios. Católico convencido de que Jesús permanece en los hombres. Católico que cree descubrir la acción de Dios en el avance de una maravillosa creación. Católico convencido de que caminamos hacia, –pero en el “tiempo” no llegaremos– a una visión completa de lo que es Dios, de lo que supone Jesús para los hombres. Y de lo que es esa levadura oculta en la sociedad humana, a la que llamamos iglesia convocada por Jesús.

P. ¡Parrafito piadoso! Pero usted no profesa el catecismo, ni las tesis oficiales del pensamiento católico.

R. No hay un esquema y unas tesis católicas hormigonadas desde el principio de los tiempos. Caminamos: “El Espíritu de la verdad, os irá guiando en la verdad toda,…y os interpretará lo que vaya viniendo” (Jn 16.13) El pensamiento católico, como todo lo que germina y vive en el mundo, –aunque no lo parezca– va evolucionando, enriqueciéndose, iluminándose lentamente. Y suele avanzar siempre en contra, o al margen, de los que mandan en la sociedad. En determinadas épocas, no avanza, sino que se oscurece. Lo único que no crece o evoluciona es lo que está muerto, e incluso lo muerto evoluciona, pero a mayor degradación. En todos los campos: en el bíblico, en cristología, en el rito, en lo moral, en lo que es iglesia, se sabe hoy mucho más que hace 45 años cuando yo obtuve la licenciatura en teología.

Lo que ocurre es que, como en toda ciencia o progreso, unos van abriendo camino; otros están sólo a la espera de lo que digan los jefes; y los jefes frenan la marcha poniendo incluso palos en las ruedas. Es decir: hay aventureros, mediopensionistas, y los que caminan con seguros a todo riesgo.

P. Si dice que es católico, usted debería estar mirando siempre al Vaticano.

R. No por favor. De mirar siempre a un mismo lado viene tortícolis. El Vaticano, como centro de poder que siempre ha sido, es por naturaleza, conservador hasta la náusea. Lo más conservador entre los católicos. El Vaticano, con todos sus Cardenales y Monseñores, debería hacerse la pregunta “¿Qué pasaría si nada cambiase?”

Y lo que pasaría es, sencillamente, que la iglesia, la fe en Jesús se agostaría al son de las notas de un piano. Si todos hiciéramos sólo lo que el Vaticano dice el cristianismo hubiera desaparecido.

Luis Alemán Mur