Domingo 16º del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Marcos 6,30-34:
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

Él les dijo: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»

Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

Palabra del Señor

El autor de este escrito desde el versículo 30 al 56 de este capítulo 6 escribe como un segundo capítulo para recoger milagros o signos en torno al lago de Galilea que aclaraban el sentido del reino de Dios que anunciaba Jesús. El relato de dar de comer a la gente es quizá uno de los más llamativos para enseñar a los que le siguen qué es el reino de Dios.

Los versículos que leemos hoy en el evangelio son preparativos para el próximo domingo:

¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?

Puede que la actividad misionera de la iglesia se haya dedicado a solo a salvar unas supuestas almas para una supuesta eternidad.

Dónde encontraremos más claramente a Dios ¿detrás de los que remedian el hambre de los pobres o de los que reparten rosarios a los satisfechos?

Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

Resulta ridículo que los que seguimos a Jesús seamos en realidad como un ganado aburrido, con miedo y desorientado. La fe en Jesús tiene necesariamente que notarse en la seguridad en el vivir.

Un misionero del evangelio necesita espacios de silencio y de estar con Jesús.

Luis Alemán Mur