Domingo 14º del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Marcos 6,1-6:

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún
milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor

En los tres primeros siglos se elaboró la teología sobre la divinización de Jesús. Quizá se hizo todo demasiado deprisa. Muerto Jesús fue enterrado en una tumba regalo de un tal José de Arimatea. Pasados tres días, condición judía para demostrar que se había consumado la muerte, el Padre lo levantó de aquella tumba y se lo llevó con Él sentándole a su derecha.

La cristología de los católicos lo hizo Dios.

En general, la llamada teología católica convertida en asignatura al modo de los griegos que se estudia para sacar una licenciatura académica está plagada de ligerezas. Algunos me acusaran de ser pedante. Pues bien.

Me voy al evangelio: ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí

Carpintero” Así se designaba a todo trabajador dedicado a la construcción.

¡Qué lástima! Para convertirlo en Dios ¿Qué hicimos con sus hermanas, con Santiago y José y Judas y Simón?

A mí, me sigue produciendo desconcierto el hecho de que se haya borrado tan deprisa tanta vida humana para invadirla de Dios. Hasta se desdibuja su misión fundamental de agente del reino de Dios.

La liturgia termina sus invocaciones a Dios: por nuestro señor Jesucristo. Aquel carpintero, intermediario ante Dios.

Luis Alemán Mur