Frase evangélica: «Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre»

1. La acción ritual de Jesús en la última cena, a la que precedieron comidas con los pobres hambrientos, los pecadores arrepentidos y los discípulos amigos, y a la que siguieron las comidas del Resucitado con los suyos, es hoy celebrada en comunidad por la asamblea de creyentes hasta que vuelva el Señor. Fue denominada «fracción del pan» por Lucas, y «cena del Señor» por Pablo. También se llamó y sigue llamándose “eucaristía”, que significa acción de gracias y que, en estricto rigor, es la plegaria de bendición y alabanza. El término «misa» equivale a «despedida».

2. La eucaristía no es una simple conmemoración histórica, sino presencia de Cristo muerto y resucitado, sacrificio relacionado con el de Cristo en la cruz y reactualizado bajo el velo de los símbolos. La fiesta del Corpus recuerda y celebra esta presencia real de Cristo en el sacramento central, que se guarda en el sagrario para los enfermos y caminantes como viático y que se venera a la luz de la celebración del memorial eucarístico.

3. El Vaticano II puso de relieve nuevos aspectos de la eucaristía como banquete fraternal, memorial del Señor y acción de gracias, sin olvidar los acentos antiguos de sacramento, sacrificio y presencia real. Se propuso que el pueblo participase «activa, plena y conscientemente», para lo cual se dispuso que todo se hiciese en la lengua del pueblo, con selección y abundancia de lecturas bíblicas, recuperación de las preces de los fieles, simplificación de ritos y reparto de ministerios. No es ya cuestión de asistir mudos a la misa que dice el cura, sino de participar activamente en la celebración, cuyo sujeto central es la asamblea, presidida ciertamente por un ministro adecuado. La celebración ha mejorado enormemente, sobre todo en las comunidades de base.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Cómo son las eucaristías a las que asistimos?

¿Cómo podríamos mejorar la celebración eucarística?

CASIANO FLORISTAN