Frase evangélica: «Haced discípulos de todas las naciones»

1. Desde Adviento a Pentecostés, recorre la Iglesia aproximadamente seis meses  contemplando a Cristo liberador, hijo del Padre, especialmente en el día de la Pascua.  Otros seis meses dura el tiempo después de Pentecostés, dedicado al Espíritu santificador,  engendrado del Padre y del Hijo. Cristo es precursor del Espíritu, y el Espíritu es precursor  de Dios Padre. El año litúrgico es, en su realidad más profunda, un ciclo trinitario. Acabado  el ciclo pascual, es necesario solemnizar la Trinidad, bajo cuyo nombre hemos sido  bautizados, cuya inhabitación hemos recibido y en cuya memoria empezamos toda reunión  cristiana. La idea principal de esta fiesta, nacida tardíamente en el siglo X, es recordar el  dogma de la Trinidad. Con la fiesta de la Trinidad se abre un amplio «tiempo ordinario».

2. La fiesta de la Trinidad nos ayuda a contemplar el misterio pascual en la totalidad de  Dios único o en la acción del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. También nos revela el ser  del cristiano, imagen y semejanza de un Dios que es comunidad de vida, comunión de  personas. Recordemos que la persona se define por una relación de amor. Aunque el  término «Trinidad» no se encuentra en el Nuevo Testamento se pueden observar pasajes  en los que se describe la acción amorosa y creadora del Padre, la acción liberadora y  salvadora del Hijo y la acción santificadora y llena de plenitud del Espíritu.

3. La comunión cristiana es comunión con Dios, por Jesucristo, en el Espíritu Santo.  Además, en nombre de la Trinidad ejerce la Iglesia su triple misión, según san Mateo:  evangelizar (hacer discípulos), celebrar la fe (bautizar y celebrar la eucaristía) y guardar el  nuevo mandamiento (ser servidores de la caridad). Finalmente, las oraciones litúrgicas van  dirigidas al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo. La fiesta de la Trinidad nos invita a  madurar la comunidad de fe, a fomentar la unidad en la caridad y a desarrollar la misión en  la esperanza de la plenitud .

REFLEXION CRISTIANA:

¿Influye en nuestra vida cristiana el Dios trinitario?