Domingo 5º de Pascua – Ciclo B

Juan 15,1-8:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor

“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada”

Parece que el escritor que utiliza el nombre de Juan estudia bien el pensamiento de Jesús. Cree muy profundamente y vive su mundo desde la fe. La simple historia de los sinópticos no es suficiente. Para explicar el contenido sobre quién es Jesús, Juan recurre a una alegoría (aquí, la vid y los sarmientos) Cualquier realidad tiene un significado simbólico. Esta alegoría, en concreto, parece muy eficaz para desarrollar quién es Jesús. En Galileo se dirigía a los suyos con comparaciones, ejemplos simples. Su lenguaje era sencillo claro y llegaba directamente a todos. Juan era de un desarrollo literario mucho más evolucionado.

 

Para entender a Jesús no hace falta estudiar en una Universidad. Pero no hay Universidad tan sabia que sea impedimento para no comprender a Jesús.

 

Luis Alemán Mur