Domingo 4º de Pascua – Ciclo B

Juan 10,11-18:
En aquel tiempo dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye

; Y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor

Los escritos de Juan se extienden desde el año 30 hasta el 70 después de Cristo. Son el producto de una corriente tan antigua como la de Marcos. La obra más conocida de esta corriente es el llamado evangelio de Juan. Este evangelio no se escribió de una sentada. Es el producto de varias manos y diferentes momentos.

A través de Juan se detecta la historia de este grupo cristiano que fue expulsado del templo por creer que su fe en Jesús el galileo podía ser compatible con la comunidad de los judíos. Pero estos judíos se hicieron dueños de todo. Empezando por las llaves del templo. En general, Jesús a lo largo de la historia o aceptaba las reglas de los pueblos o se le echaría fuera.

Existen muchas formas de echar fuera a Jesús. Roma lo echó fuera muchas veces. Épocas en las que sus mismos representantes, llamados “Papas” se construyeron Palacios, se revistieron de ropajes regios para autodenominarse representantes. Pero el recuerdo del Galileo nunca fue posible olvidarlo. Jesús pudo más que “papas” o los hijos de los papas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Doy mi vida por las ovejas.

Jesús no es un asalariado. No vive de ellas. Da miedo pensar que en la Iglesia de Roma haya más clérigos que vivan de sus fieles de los que los vivan para ellos.

Luis Alemán Mur