Domingo 4º de Adviento – Ciclo B

Lucas 1,26-38:

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor

Es difícil saber quién en realidad firmaba el evangelio conocido como el de Lucas. Es difícil encontrar el trasfondo histórico de lo que escribe además del sentido teológico.

El autor de la obra lucana se sirvió de los medios literarios de la historiografía griega, para hacer más viva y verosímil la narración.

El autor es ya de la tercera generación cristiana.

Parece que se escribe en Asia Menor. Concretamente en la ciudad de Éfeso. En el siglo II cuando la iglesia fue haciéndose Una e institucionalizada.

Para los que gozamos de tener fe nos es más fácil toparnos con la mano del Espíritu Santo a la hora de leer estos bellísimos capítulos de la infancia del niño de Nazaret.

Es de suponer que al Padre Dios no le importaría mucho que el hombre escogido para ser su mensajero naciera en Belén como cuenta Mateo o en Nazaret. Los artificios históricos son conveniencias de los escritores. Lo fundamental es que Jesús, el escogido por el Padre, tuvo una madre llamada María y un padre llamado José.

Pero no enredemos a Dios en nuestros artificios literarios.

Luis Alemán Mur