“La mala ortodoxia falsifica la fe”
“No es dogma de fe, por mucho que se empeñen, que la homosexualidad ofende a Dios”
Cuando yo era un sencillo seminarista, que asistía a las clases del tercer curso de teología, en la Facultad que los jesuitas tienen en Granada, me sorprendió lo que dijo el P. Rafael Criado, Profesor de Antiguo Testamento, cuando, al empezar la doctísima explicación que nos hizo del Pentateuco, lo primero que dijo es que empezaba por el capítulo doce del libro del Génesis. O sea, se negaba a explicar los once primeros capítulos de ese libro de la Biblia. Y a los alumnos, en público, no nos dijo más.
¿Por qué esta extraña conducta de un Profesor de tanta categoría? Sencillamente, era un sabio y un jesuita obediente a la Santa Sede. Ahora bien, como sabio, estaba bien enterado de que los once primeros capítulos del Génesis no tienen valor histórico. Pero, como jesuita obediente a Roma, sabía lo que dictaminó la “Comisión Bíblica” de la Santa Sede sobre el “carácter histórico” de los diez primeros capítulos del Génesis (Denz.-Hün., n. 3512-3519). Ante tal situación, contradictoria en sí, el Profesor Criado optó por el silencio. Una opción discutible, pero, en aquellos tiempos, posiblemente su conciencia no le permitió otra cosa.
¿Por qué cuento esta historia, tan curiosa como extraña? Sencillamente, porque he leído lo que han dicho los cardenales Müller y Burke, entre otros, enfrentándose al Papa Francisco. Estos cardenales dicen que es rigurosamente histórico el principio moral según el cual Dios creó a los seres humanos, divididos en hombres y mujeres. Pero no solamente eso. Porque Dios no sólo creó a los humanos biológicamente distintos, sino que, además, Dios también estableció que lo biológico determina lo ético, la plenitud del amor y la felicidad, le realización plena de la condición humana.
Yo confieso que siento un profundo respeto por los cardenales Müller y Burke. Como lo siento hacia los clérigos y creyentes (o no creyentes) que piensan como los mencionados purpurados. Pero, por favor, yo les pido a quienes se empeñan en condenar la homosexualidad, que, precisamente por el respeto, la estima y la bondad que les debemos a nuestros semejantes, no echen mano de una presunta revelación divina, ni califiquen como degeneración humana, lo que sabemos que está analizado y demostrado: que ni los once primeros capítulos del Génesis son históricos, ni es dogma de fe que la homosexualidad ofende a Dios, ni esa tendencia es una degeneración moral. ¿Lo es también en las más de cien especies animales que, según estudios rigurosamente ciertos, se da el mismo fenómeno de la atracción entre seres del mismo género?
Termino reafirmando lo que he insinuado en el título de este breve escrito. Por respeto a tantos seres humanos, por honestidad ante la realidad de la vida y por amor a la verdad, no ofendan al Papa, no falsifiquen la fe, no falten al respeto que merecen tantos y tantos semejantes nuestros, y seamos siempre respetuosos con todas y todos, sean o no sean creyentes. Porque, a fin de cuentas, todas y todos somos hijos de Dios.