Frase evangélica: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo»

1. Mateo sitúa la confesión de fe de Pedro al final del ministerio de Jesús en Galilea, momento crucial de su itinerario hacia Jerusalén. El lugar es Cesárea de Filipo, región pagana, fuera de Palestina. En primer lugar, la «gente» reconoce a Jesús como profeta y espera obras inmediatas e interesadas; para el pueblo, Jesucristo es con frecuencia el Señor de los milagros. En cambio, los discípulos han de confesar la fe en el Mesías, Hijo del Dios vivo, ligada al anuncio de la pasión del Señor. Sin proclamar la fe en Jesús, con todas sus consecuencias de sufrimiento injusto, no se puede ser discípulo cristiano.

2. Al ser bendecido por Jesús, Pedro es llamado «dichoso»; y se trata de una dicha que entraña una misión en el tiempo y en el espacio. La lista de los Doce empieza por Simón Pedro, que es el portavoz del grupo. Es uno de los tres testigos privilegiados. El sobrenombre «Pedro» aplicado a Simón por Jesús significa «piedra», algo sólido que puede lanzarse; es piedra angular y de contradicción.

3. «Dar las llaves» a alguien es concederle autoridad. «Atar y desatar» equivalía, entre los rabinos, a rechazar y admitir, a dar entrada o excluir a uno de la comunidad. Frente a los fariseos que cierran la entrada del reino de Dios, Pedro y los discípulos -la Iglesia- deberán abrirlas. En definitiva, el Cristo de Mateo promete a Pedro ejercer la autoridad sobre el pueblo de Dios.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Cuándo reconocemos y proclamamos la fe en Jesucristo?

¿Lo hacemos personalmente?