Domingo 14º del Tiempo Ordinario – Ciclo A

Mateo 11,25-30:

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor

No te consideres sabio ni entendido. La verdad de Dios parece estar hecha para pequeños y sencillos. El evangelio de hoy sigue formando parte de esos escritos previos a los evangelistas Mateo y Lucas. Fueron colecciones de frases y pensamientos de Jesús, escritos ya en griego por las primeras comunidades cristianas. Perseguidas por los judíos de Jerusalén, crecieron al sur de Siria y norte de Galilea. Siempre con el visto bueno de la influyente comunidad de Antioquia.

En estas primerísimas colecciones de hechos y dichos aparece siempre la figura de aquel maestro al que Dios su padre levantó de la tumba para llevárselo a la Casa paterna. Aunque esté con nosotros hasta el final de los días.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.

Estas palabras son muy efectivas a los que tantas veces estuvimos agobiados, y ahora ya muy cansados

“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”

Los hechos y palabras de Jesús son siempre sencillos y fáciles de aprender.

Luis Alemán Mur