Estoy en la nómina de Dios. Dios tiene a mucha gente en su nómina: millones de pájaros, millones de flores, millones de peces, millones de insectos…

La diferencia entre el pájaro y yo es que el gorrión se levanta todas las mañanas y no se preocupa, no duda de si va a comer o no. No tiene miedo. No piensa en Dios.

Yo tengo miedo, y tengo que pensar. Y si pienso, tengo que pensar en Dios. Y me da miedo. Me da miedo que todo dependa de Dios.

Muchos pájaros mueren, muchos lirios son aplastados o arrancados. Pero ese es otro problema, el problema de comprender por qué nuestra tierra cobija tantas maravillas y, al mismo tiempo, tanta muerte.

Todos estamos en nómina. Pero hay ladrones, asesinos, asaltadores: hombres convertidos en lobos y tiburones; razas depredadoras, continentes invasores; víctimas cuya sangre grita al cielo. El miedo, la angustia produce envidia y muerte.

Por eso la historia no está cerrada. Dios trata de sacar adelante este mundo “tal como es”. Y como es un mundo abierto – sin terminar -, parece que Dios ha renunciado a saber cuál va a ser el resultado final.

¿Es que cae por tierra la idea, la imagen de un Dios que lo puede todo, lo sabe todo?

Lo que cae por tierra son nuestras ideas humanas de Dios. Lo que cae por tierra es la soberbia, el engreimiento humano de haber escrito una Teodicea, un catecismo describiendo a Dios, poniendo limites a sus movimientos.

He aquí algunas afirmaciones que duelen y pueden ser verdad:

  • Dios no puede hacer las cosas perfectas (al elefante le falta la belleza de la mariposa)
  • Dios cuando crea la vida está creando la muerte.

La mayor maravilla del Universo es la existencia del yo. Y para que pueda existir un yo, Dios se tiene que esconder.

El “yo” no existe sin el “tú”. El hombre es producto de la comunidad. Se realiza en comunidad. Su plenitud está en la comunidad. Si la comunidad fracasa, fracasa el yo. Si el yo fracasa, fracasa la comunidad.

  • Dios es Comunidad

Luis Alemán Mur