Salmo XV

R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos,
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

“El Señor es el lote de mi heredad y mi copa”

Andaba el pueblo liberado de Israel repartiéndose por suerte las parcelas de la tierra prometida. Unas con olivos, otras con parras, otras con agua, otras de secano. “El Señor es el lote de mi heredad y mi copa”. Esa copa que guarda las papeletas de la suerte.

“Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia”.

¿Qué más puede desear un creyente que conocer los caminos del Señor y andarlos bajo su presencia?

Luis Alemán Mur