Frase evangélica: La Palabra era la luz verdadera que alumbra a todo hombre»

1. La inhabitación de Dios en el ser humano comienza, después del pecado, con el pueblo elegido. Los signos de la presencia son la nube, el templo y la gloria. Dios indica a David que construya un memorial de su presencia, que será el Templo. Al principio fue un santuario portátil, denominado «tienda del testimonio», morada de Dios en medio del pueblo. Plantar la tienda significa establecer la «morada» de Dios.

2. Los judíos no fueron fieles al Templo, que cayó en la ruina. Los profetas claman contra un culto que no tiene entrañas de misericordia, que está de espaldas a la justicia. La ruina del Templo es el signo de una nueva inhabitación de Dios, que se traduce en la conversión, en un corazón nuevo. Ésa será la morada del Espíritu. Ezequiel anuncia el nuevo santuario, que será casa de oración.

3. Con el anuncio del ángel a María, acampa entre nosotros la Palabra de Dios y da lugar al nuevo Templo, el seno de la Virgen. El Verbo hecho carne ha plantado su tienda entre nosotros. En la Virgen se cumplen dos signos de la presencia de Dios entre los seres humanos: la tienda de la gloria y el Niño Rey con nombre divino. Pero no todos acogen la palabra del Señor. Una parte de la humanidad, o una parte de cada ser humano, se resiste a recibir la luz.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Habita la Palabra de Dios en nuestros corazones?

¿Dónde está de verdad Dios?