¿Qué pasa si muere esta Iglesia? Una nueva teología (pero no la del Card. Müller) 


  • Contexto, el fin de una Iglesia:

    Nos han inundado titulares de muerte de Iglesia y de desesperanza humana, algunos quizá con alegría anticlerical (¡que muera ya!), otros con pena (¡envejece y desfallece nuestra Madre Iglesia, sin relevo clerical, con templos cerradas o reconvertidos en museos, sin gente en los cultos!), sin esperanza.

    ‒ España deja de ser católica: hay más ateos o no creyentes que católicos practicantes

    ‒ El desenganche de la juventud es brutal…De los 25 años en adelante y hasta, al menos los 65 años, la práctica religiosa regular entre los españoles que se dicen católicos es del 8%

     Cuando Manuel Azaña dijo “España ha dejado de ser católica” se refería al Estado…Hoy, en cambio, es la sociedad la que ha dejado de ser católica. Es mayormente laica.

    No comparto la oposición entre católico y laico, del último titular… (es falsa y engañosa…), ni la identidad entre un tipo de iglesia y cristianismo, pero la situación es sin duda alarmante: O recreamos el paradigma cristiano, volviendo a Jesús y su Reino (=esperanza…) o seremos guardianes inútiles de un sepulcro vacío, sin memoria verdadera de Jesús (como los soldados de Mt 28).

    Ser iglesia es crear esperanza (con o contra el Card. Müller)

    La crisis de la Iglesia Católica Actual (y del cristianismo y de la religión en general) no es de clero, sino de teología (es decir de visión y experiencia de Dios) como dicen el Card. Müller y sus “amigos”, los “enemigos” del Papa Francisco.

    En un sentido, el Card. Müller y sus amigos tienen razón al interpretar la crisis y al ofrecer una respuesta contraria a la del Papa Francisco, hace falta una buena teología…

    Sí, hace falta una buena teología, pero no la Müller y los suyos, sino una teología creadora de gozo y esperanza. Tienen razón, hace falta teología (palabra de Dios), pero no la suya, que no es la del Jesús histórico ni la de la primera iglesia (ni la del siglo XXI), sino la de un siglo XIX decadente, una iglesia imperialista y colonizadora, como la de algunos movimientos eclesiales más sonados del XX, que han nacido muertos por ser restauradores de un pasado ya pasado, por jerárquicos e impositivos, aunque alardeen de números y ruidos, pues ofrecen seguridades de poder, no de  Jesús que es esperanza en (sobre) la crisis.

    Se trata de volver a Jesús, humildemente, en su camino de Galilea, con inmenso gozo y esperanza creadora de Reino, como quiso y quiere J. Moltmann, teólogo de tradición evangélica y apertura “católica” (universal), testigo del Dios‒Trinidad, esperanza de liberación, de gracia y de vida en estos nuevos tiempos.