CARDENALES, ARZOBISPOS, OBISPOS, MONSEÑORES, SACERDOTES Y DEMÁS GENTES DE BUEN Y MAL VIVIR.

Sacerdos in aeternum. Sacerdote para siempre. Dicen los viejos manuales de teología que el sacerdocio imprime carácter. Algo así como un sello que no se borra.

Y eso, para un sacerdote raso. Pero si lo hacen Obispo, adquiere un requetesello. Más todavía. Todos juntos: sacerdotes y obispos forman como una casta sagrada, como unos hombres “separados”, “escogidos”, como una clase social diferente, como unos ángeles en la tierra, como unos “supermans”.

¡Menudo cuento! Nada de eso piensa hoy quien estudie, en serio, la fe cristiana. Esa idea del clero, “ideológicamente” está muerta. Todavía perdurará sociológicamente. Pero está “tocada”, como una enorme ballena que huye con el arpón clavado. Es difícil calcular cuánta vida le queda a la ballena. En estas cosas los años se cuentan por siglos. Cuando las realidades no tienen fundamentos ideológicos – en este caso, bíblicos -, antes o después se desinflan como globos. El sacerdocio entre los cristianos no se dio en los primeros siglos, la teología del nuevo testamento proclama bien claramente que el sacerdocio del antiguo testamento lo ha heredado el pueblo cristiano. Y que de ahora en adelante el único sacerdote es Jesús.

Comprendo que esto es muy grave, y su desarrollo teológico propio de un estudio serio y documentado. Pero ahí queda dicho para que la gente vaya pensando, y para que se fastidien los que siguen con la idea interesada de que iglesia y clero son lo mismo o inseparables.

Una cosa es ser un creyente “dedicado” por un encargo o misión a los demás y otra muy distinta, pretender ser un “consagrado”, un “elegido”, un “ungido” un intermediario entre Dios y los hombres. Eso queda para los paganos, para el Antiguo Testamento, para los tiempos del Levítico. El Antiguo Testamento no es cristiano. El velo del templo se rasgó el viernes santo a mediodía.

Que no me engañen más. Que estudien más. Que se olviden del Derecho Canónico y estudien en serio las Sagradas Escrituras.

Hombres y mujeres, entregados a los grupos de creyentes; que sepan y dominen bien el Evangelio; que hagan más oración que los demás; que entreguen sus vidas por los demás y que sean los “puntos de encuentro” para esos creyentes y lazos de unión con los otros grupos, otras comunidades, otras iglesias. Y que la suma de todos los grupos, comunidades, iglesias, – unidos en un Pedro que confirme en la Fe a los más débiles y que les recuerde siempre que no se olviden de los más pobres – sea como la presencia visible, sacramental, de Jesús en el mundo, actuando a través de su Espíritu

Me hastían los Cardenales, los Monseñores, las Eminencias, las alfombras y los Palacios.

Pienso que el mundo – y cuando digo mundo, pienso en África, Asia Sudamérica, suburbios… – pasa ya de tantas catedrales, góticas, romanas, barrocas, de tanto arte medieval o renacentista. Esas huellas a las que llaman cultura cristiana o, simplemente, cristianismo.

El mundo hoy necesita a Jesús, el de Nazaret, que ni fue sacerdote, ni clérigo, ni teólogo y al que crucificaron en Jerusalén los letrados, los fariseos, los sacerdotes.

Luis Alemán Mur.