Domingo 2º del Tiempo Ordinario – Ciclo C

Juan 2,1-11:

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».
Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

Palabra de Dios

“Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea”

Para el evangelio de Juan lo determinante más que los relatos sobre Jesús son sus palabras, en sus palabras está su revelación salvadora que se acoge o no por medio de la fe. La comunidad juánica que está detrás de ese evangelio, había sido expulsada del seno del judaísmo. Esta nueva situación ayudó grandemente a repensar la misión de Jesús como el gran emisario de Dios y comunicador de una nueva vida y un nuevo reinado.

Este evangelio de Juan, el discípulo amado de Jesús, tuvo un proceso de elaboración muy largo. Comenzó probablemente hacia el año 80 y terminó hacia muy entrado el siglo siguiente. Los estudiosos del tema descubren en este largo tiempo como tres ediciones enriquecedoras del mismo evangelio. En cada paso se descubre más a Jesús. Parecido a lo que ocurre con nosotros al buscar al Jesús de nuestra fe. Nunca acabamos por encontrarnos con la plenitud de Jesús. Y nunca terminaremos. Incluso la Iglesia, como Institución, nunca puede considerarse como la auténtica iglesia de Jesús. Del evangelio de Juan contamos al menos tres sucesivas ediciones.

“Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda“.

Caná de Galilea es un poblado a 14 Km al norte de Nazaret. ¿Y los hermanos de Jesús? Para evitar líos, las traducciones, sobre todo para la liturgia evitan el conflicto creado por una madre virgen fecundada físicamente por el Espíritu y salvar aquello de “Dios hecho hombre” y no el “hombre hecho Dios”·. Parece más lógico que los discípulos invitados fuera los hermanos.

Luis Alemán Mur