Salmo XCII

R/. El Señor reina, vestido de majestad

El Señor reina, vestido de majestad

El Señor, vestido y ceñido de poder.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.

El Señor reina, vestido de majestad

Aún no se había escrito el evangelio. Ni nada del Gólgota.

No queramos engañarnos con místicas piadosas: nuestro futuro Rey no estuvo nunca vestido de majestad. ¡Que lo aprendan monseñores, obispos y cardenales aunque vivan en palacios!

Luis Alemán Mur